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28 Mar 2009 Los descartes necesarios

Si un reportero ha realizado bien su trabajo, deberá tener muchísima más información que la que quepa en su historia. Y esto es también válido para las crónicas y los reportajes de largo aliento, esos que intentamos escribir en la revista Séptimo Sentido. Acá, bien saben los lectores habituales u ocasionales, raro es que un artículo tenga menos de 2,500 palabras.

Esa labor de decidir qué entra y qué se queda fuera es una de las tareas que a mí me resultan más complejas. Uno tiene que eliminar personajes, simplificar escenas, sacrificar contextoí¢â‚¬Â¦ Y muchas veces no es hasta que el texto está impreso cuando uno se da cuenta de que sus decisiones no fueron las más acertadas.

En el lado derecho, las primeras casas de Marlinda. No hay calles para llegar a esta comunidad y la playa sirve como autopista.

En la edición de mañana domingo incluimos una crónica sobre una paupérrima comunidad de pescadores ubicada en las afueras de Cartagena, Colombia. El propósito de la crónica es jugar con la idea de que la miseria más descarada está en el Caribe, esa región que en el imaginario colectivo í¢â‚¬â€œsobre todo en Europa y Norteaméricaí¢â‚¬â€œ es casi un sinónimo del paraíso. El texto tiene casi 2,800 palabras, pero fuera de esa cantidad se quedaron ideas y personajes.

Un ejemplo:

í¢â‚¬Å“CARIBE GANGA. Comunidad Marlinda. Alquilo rancho privado  a 100 metros de playa. 8 m.², 1 alcoba, 2 hamacas, patio, tranquilidad. $11 mes.í¢â‚¬Â

Durante algunos días estuve convencido de que este anuncio debía integrar la crónica. Lo escribí basándome en los que aparecen en las páginas de Clasificados de los diarios, y pretendía jugar con el precio ínfimo por el que se puede rentar un rancho junto a la playa. Al principio incluso fue una opción fuerte para convertirse en apertura de la crónica (la parte más importante), y al final lo descarté por completo. Aún no sé si me equivoqué.

Otro ejemplo:

í¢â‚¬Å“Alfredo De Ávila, 49 años. Tengo foto de él. Parece más joven, calvo, bigote, se parece a La Muñeca, pulsera y anillos dorados, cachucha roja, gesticula con las manos cuando habla, pantalón con el mío (militar), camisa amarilla, sin pelo. Vive en La Boquilla. Trabaja desde hace 5 años en Ecotours Boquilla. Dan paseos al turista por la ciénaga, y cobran 20,000 pesos por cabeza, 15,000 si van en grupo. Algunas frases suyas: í¢â‚¬Å“Irse a Marlinda no fue invasión, sino que es tierra de los nativosí¢â‚¬Â, í¢â‚¬Å“Cuando llegamos el mar no era tanta amenaza y la ciénaga era más profundaí¢â‚¬Â, í¢â‚¬Å“Aquí hay pobreza, pero en los pueblos tenemos un don; podemos tener hambre, pero no salimos a robar, mejor a pescarí¢â‚¬Â.

Rebautizado en mis apuntes como personaje #11, Alfredo no terminó siendo parte de mi crónica sobre la comunidad en la que él trabaja. En este caso, la exclusión tiene más lógica: se debe a que tenía a tantos personajes que haberlos incluido a todos habría ensuciado el ritmo. Muchos nombres seguidos no abonan a la comprensión.

La crónica de mañana se titula í¢â‚¬Å“El paraíso feoí¢â‚¬Â, y desde ya les adelanto que tiene algunas falencias. No por ello quise dejar la oportunidad de platicar con ustedes algunas interioridades de este oficio, el oficio más bello del mundo, palabra de Gabo.

25 Mar 2009 Reírse de los caribeños
 |  Categoría: Reporteo  | Tags: , , ,  | Dejar un comentario

Estoy escribiendo algo sobre el Caribe y su gente. Estuve hace unas semanas en Cartagena de Indias, Colombia, una de las ciudades uno que se arrogan el título de la Perla del Caribe. Escarbando en mi memoria, me acordé de unos anuncios de Malibú que hace años veía. Entre bromas, en ellos se presentaba a los caribeños como unos flojos, y jugaban con la idea de cómo sería el Caribe si sus pobladores se tomaran las cuestiones en serio.

 

Probé en Youtube, y ¡bingo! Vean.

 

Unoí¢â‚¬Â¦

 

 

Y otroí¢â‚¬Â¦

 

 

La exitosa campaña se lanzó en distintos países y se mantuvo durante varios años, con nuevos anuncios basados en la misma supuesta gracia: que los caribeños todo se lo toman al suave. Hablo de memoria, pero infiero que hace unos 15 años se pasaron.

 

Supongo que a los caribeños no les causó tanta gracia.

03 Feb 2009 Los detalles

 

Martín Caparrós

Lo hizo el gran maestro en 1958. Gabriel García Márquez, cronista por antonomasia, no tuvo reparos en inventar un personaje para su crónica í¢â‚¬Å“Caracas sin aguaí¢â‚¬Â. Ante un hecho inapelable como la ausencia de agua en la capital venezolana durante varios días, Gabo cedió a la tentación de contarlo a través de un personaje ficticio: el científico alemán Samuel Burkart. A fin de cuentas, debió pensar el maestro, ¿quién mejor que un científico y además alemán para encarnar la generalizada sensación de indignación y rechazo ante la ausencia de agua potable? ¿Merece la pena inventar los detalles para lograr que el mensaje de fondo sea más contundente?

 

Pues bien, eso que hizo el gran maestro (al menos una vez) en 1958, sigue siendo motivo de acalorados debates entre las generaciones de cronistas que hoy rellenan las mejores revistas que trabajan el género. El pasado 29 de enero, jueves, asistí en Cartagena (Colombia) a un conversatorio sobre la crónica en el imponente Teatro Heredia, uno de los motores de la vida cultural en la ciudad caribeña. Moderados por Daniel Samper, director de la revista Soho, alrededor de dos mesitas estaban tres cotizados cronistas í¢â‚¬â€œMartín Caparrós, Juan Villoro y Alberto Salcedoí¢â‚¬â€œ y un cuarto llamado Fabrizio Mejía Madrid.

 

Juan Villoro

Toda la plática resultó fascinante. Pero el punto que quiero traer a este blog es que Caparrós y Villoro defendieron la modificación de los detalles en sus crónicas para ganar contundencia, y que eso no debe de ser motivo de escándalo. Tuve la oportunidad de hablar con otros respetados y prolíficos cronistas en las horas y días siguientes, y obtuve por respuesta dos ideas: una, que no hay que escandalizarse por esa aseveración, que el periodismo comete mayores pecados que modificar un color intrascendente para darle, por ejemplo, brillo a una escena; y dos, que hay crónicas y crónicas, que las hay más literarias y las hay más informativas.

 

Mi opinión en este debate, si les interesa, es que un cronista no debería de inventar ni modificar nada, nada, absolutamente nada. Ni colores ni sensaciones ni aromas, nada. Ni aunque lo hayan hecho Gabo o Caparrós. Nada. Nunca.

 

¿Tiene usted alguna opinión sobre este asunto?

29 Ene 2009 Las siete diferencias
 |  Categoría: Viajes  | Tags: , ,  | Dejar un comentario

Estas dos imágenes fueron tomadas el mismo día con la misma cámara y en la misma ciudad: Cartagena de Indias (Colombia). Les reto a que busquen al menos siete diferencias entre una y otra. Tiempo.

Arnulfo Guzmán, comunidad Marlinda
Arnulfo Guzmán, comunidad Marlinda
Plaza de los coches, Cartagena
Plaza de los coches, Cartagena

En El Salvador sabemos bien lo que son las desigualdades sociales. Parece que en otros lugares de América Latina lo que ha ocurrido es que han perfeccionado las formas de maquillar la tozuda realidad. La bella Cartagena, la Heroica, la ciudad de la magia. Muchos cartageneros no la reconocen así… y han pasado ahí toda su vida.