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26 May 2009 El peso de ser tlameme

Seré sincero. Hoy lloré por tercera vez por un tlameme.

Resulta que hace más de siete meses, en octubre de 2008, escribí una crónica sobre los tlamemes. Por ese entonces, no sabía su nombre ni edad ni el lugar donde vivía. Lo único que sabía de él era lo que veía en la foto de un calendario de 2001. Un viejito con un enorme bulto, a espaldas, repleto de ollas y camales de barro. Lo busqué en Guatajiagua, al sur de Morazán, y ahí supe que se llama Natividad Aguirre, que tiene 71 años, mil pobrezas y una mujer que fabrica la loza y que cada sábado él camina hasta 45 kilómetros para venderla. Lo acompañé dos días. Caminé con él. Y poco después de despedirme me puse a llorar. La segunda vez que lloré fue cuando escribí el texto. Por la impotencia.Y hoy recibí el correo de un lector. De Jorge Umaña. íƒâ€°l  me había escrito en noviembre del año pasado. Me comentó que un día fue a un car wash. Y  vio en el suelo un pedazado de periódico  con la imagen estrujada del tlameme. Decía  que la imagen le había impresionado (y eso que no lo conoció en persona). Tanto, que la esculpió. Dice que sus hijas inventaron ponerle cactus al paisaje (y en realidad sí los hay), lo coloreó y ahora lo tiene de recuerdo en su jardín.

Tlameme esculpido por Jorge Umaña (pulsar para ampliar).

En su carta, Jorge comentó que hasta ayer había leído el texto sobre el tlameme, porque un sobrino, al ver a su tlameme de piedra, le comentó que lo había visto en esta revista y le prestó el artículo.  Como ironía, justo ayer se cerraba la convocatoria para un concurso de crónicas periodísticas. A última hora decidí no enviar la crónica de cómo conocí al mismo tlameme. A diferencia mía, Jorge Umaña inmortalizó, en piedra,  la imagen de uno de los últimos tlamemes salvadoreños. Uno muy longevo y listo.

Cuando vi las fotografías de su escultura, lloré (no quiero sonar lastimero o que el tlameme, Natividad Aguirre, suene menos digno) porque se me había olvidado el peso de ser tlameme y que quizás pude hacer más para que todos conozcan la dureza que a veces es ser salvadoreño.  El lector pedía un comentario.  Yo le devuelvo lo que él mismo dijo: ‘Gracias. Porque el tlameme nos ha hecho identificarnos como salvadoreños y ser más solidarios entre nosotros mismos’.

Por si alguien tiene curiosidad, pulsando aquí se va al artículo del tlameme.

 

16 Feb 2009 El quetzal apátrida
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Quetzal macho

Como periodista, uno sabe que está expuesto a la crítica. A mí, en lo personal, me encantan las críticas, sobre todo las buenas, donde bueno no ha de entenderse como favorable.

 

Hace unos pocos post escribí algo sobre las críticas. Ese día me centré en cómo un misma revista puede generar comentarios opuestos entre los lectores. Hoy escribo no menos sorprendido (bastante más, en realidad) por el atento correo que nos envió un lector llamado Héctor Velásquez. Se refería al fotorreportaje publicado en la edición 34 sobre los quetzales salvadoreños, un tema que nunca sospeché que pudiera generar ningún tipo de polémica.

 

Lean, lean.

 

Siempre he visto su periódico como un medio extremadamente serio e imparcial. Es por eso que me parece de muy mal gusto el tema de la revista Séptimo Sentido titulado í¢â‚¬Å“Tan salvadoreño como un quetzalí¢â‚¬Â. Todos sabemos que el quetzal es el ave nacional de nuestros hermanos guatemaltecos. No me parece correcto que hayan escrito eso, y me parece que ellos se merecen una explicación de lo que intentan decir con esa frase. Lo que han escrito es como si un periódico de otro país hubiera hecho una publicación con el titular í¢â‚¬Å“Tan nuestro como las pupusasí¢â‚¬Â, cuando todos sabemos que la pupusa es algo propio de nuestro país. Igual el quetzal es propio de nuestra hermana República de Guatemala. Sabemos que por nuestra cercanía con Guatemala, el ave puede emigrar a nuestro país, pero eso no la convierte en un ave nacional. Si deseaban escribir sobre el quetzal, pudieron haber dicho í¢â‚¬Å“El quetzal, también en El Salvadorí¢â‚¬Â. Eso se escucha educado e interesante.

 

Mi sorpresa descansa en que lo que para mí era un simple juego de palabras que sirve como anzuelo alguien lo interprete casi como un intolerable insulto a todo un país. Ese país, Guatemala, es por cierto uno al que guardo especial cariño, que recomiendo como destino insustituible para ser visitado y que yo visito tan seguido como puedo. En una aldea remota de Santa Cruz del Quiché viven mi suegra y dos cuñadas.

 

¿Resulta ofensivo el titular? Es archiconocido que el quetzal es el ave nacional de Guatemala, pero justo en esa ironía radica la gracia (mucha o poca, eso es opinable) de la expresión í¢â‚¬Å“Tan salvadoreño como un quetzalí¢â‚¬Â. Hace unos meses titulamos una crónica í¢â‚¬Å“Blanco como un dominicanoí¢â‚¬Â, y la idea fue también explotar ese grado de extrañeza que genera este tipo de titular como incentivo para comenzar a leer la nota.

 

Pero uno ya duda de todo. ¿Resulta ofensivo el titular? ¿Lo fue para usted?

06 Feb 2009 Blanco y negro
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¿Se puede ser al mismo tiempo blanco y negro? ¿Azúcar y sal? ¿David y Goliat? ¿Macho y hembra? ¿Arenero y efemelenista? ¿Se puede ser al mismo tiempo Coyote y Correcaminos?

 

Pues parece ser que sí. Y me explico.

Séptimo Sentido es una revista joven, atrevida, innovadora, que arrastra aún males del periodismo nacional, con yerros notables y también con algúnqueotro acierto. ¿No? Es una revista, la misma desde Ahuachapán hasta La Unión, la misma se lea el domingo o se guarde hasta el martes. La misma.

Si eso es así, ¿por qué llegan todas las semanas correos de lectores que parecen haber leído dos cosas totalmente distintas? ¿Se puede ser al mismo tiempo blanco y negro?

 

Vean, lean, lo que nos ha llegado. De la misma revista se hicieron estas lecturas. Blanco y negro.

 

Rudy Flores nos dijo:

í¢â‚¬Å“Quiero felicitarles por crear un somnífero tan efectivo como lo es su revista. Sin ánimo de ofender, me parece una revista sosa y carente de contenido interesante. Realmente es un desperdicio de recursos. Me pregunto ¿No hay creatividad para captar la atención de los lectores que están cansados de más de lo mismo?í¢â‚¬Â

 

Y Katherine Mancía  nos dijo:

í¢â‚¬Å“A Séptimo Sentido, felicitarlos. Es una excelente revista. La leo cada domingo y lo que más me gusta es que tratan de que sea objetiva y no partidista, y eso provoca que se vea con seriedad, como tiene que ser. Sigan así, y se ganarán el respeto de todos, aquí y en el extranjero. Necesitamos periodismo profesional, sin manipulaciones y que nos dé criterio y perspectiva.í¢â‚¬Â

 

¿Se puede ser al mismo tiempo blanco y negro?

02 Dic 2008 ¿Es corresponsable la Iglesia?

Aún falta mucha semana, pero el tema que más reacciones ha levantado de los publicados el pasado domingo es la entrevista con Odir Miranda, el presidente de la Asociación Atlacatl Vivo Positivo. Si no lo ha hecho, puede leerla pulsando aquí.

 

Entre todas sus respuestas hay una que, no por trillada, ha dejado esta vez de generar polémica. Se trata de la cita en la que Odir Miranda atribuye parte de la culpa de la epidemia de VIH/sida a las instituciones que entorpecen la promoción del uso del preservativo, donde la Iglesia católica lleva la voz cantante.

 

Este correo lo escribió Cecilia Ancalmo, y sintetiza bastante bien otros comentarios que han llegado en la misma línea.

 

Leyendo esta entrevista me saltó a la vista la frase que dice el señor Miranda: í¢â‚¬Å“En nuestro país va a seguir creciendo el número de personas infectadas, y es responsabilidad de la Iglesia católicaí¢â‚¬Â.
A excepción de los contagios accidentales por el manejo de sangre y/o agujas infectadas o por transfusiones, los contagios de las enfermedades de transmisión sexual son total responsabilidad de la persona misma. La persona elige cómo desea actuar, absteniéndose o cediendo ante el deseo.
Más bien creo que lo hay que educar es la voluntad y la inteligencia. Por eso la campaña que está actualmente en las calles que lanza la pregunta í¢â‚¬Å“¿Sabes con cuántas personas ha estado (tenido relaciones) tu pareja?í¢â‚¬Â me parece fabulosa. Los medios promueven constantemente las acciones motivadas por el placer, todos estamos siendo bombardeados constantemente a buscar la satisfacción de los placeres. De allí que la educación efectiva será la que enseñe a reflexionar y a pensar antes de actuar.
Discrepo totalmente con ese criterio de culpar a cualquier institución o iglesia de ser la responsable de la propagación de una enfermedad de transmisión sexual. Enseñemos la responsabilidad, que toda acción tiene una reacción. Que antes de actuar hay que pensar. Que el ser humano tiene la capacidad de elegir con inteligencia y que el ser humano tiene voluntad para apartarse de lo que evalúa que puede ir en contra de su integridad.
No apuntemos hacia afuera, mejor miremos hacia dentro.

 

Y usted ¿qué opinión tiene? ¿Cree que promover de manera más abierta el uso del preservativo servirá para controlar esta epidemia? ¿O cree que promover la abstención y la fidelidad es más que suficiente?

26 Nov 2008 Para reír, para llorar…
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Han llegado a la redacción distintos correos que muestran disconformidad con un artículo publicado en la revista de esta semana: í¢â‚¬Å“El carnaval que se mira con buenos ojosí¢â‚¬Â, de Glenda Girón. Pueden leerlo pulsando aquí.

 

Este que les transcribo es el comentario que envió Edgar Amaya. A mi juicio, resume el espíritu de la mayoría de los que han llegado. Dice así:

 

Cuando me dirigí a leer el reportaje referente al carnaval de San Miguel, me llenó de tristeza ver que la í¢â‚¬Å“reporteraí¢â‚¬Â Glenda Girón, en lugar de dar realce a esto que hasta nuestros diputados han declarado como bien cultural, viene a despotricar en contra del carnaval. Si bien es cierto que no cuenta con la mención honorífica que dicha reportera se llena la boca dándole a otros carnavales que ni siquiera creo que haya tenido la oportunidad de visitar, ¿acaso no es salvadoreña? ¿No se siente orgullosa de su país? Me decepciona que no haya un filtro de calidad viniendo de ustedes, una respetada revista. Si todo el artículo pasa hablando malí¢â‚¬Â¦ Como migueleño, me llena de tristeza ver que antes que nada somos todos un pueblo, y que debería de haberle dado la importancia al carnaval que para nosotros tiene, no hablar mal de él. Bueno, es una lástima, pero ni modoí¢â‚¬Â¦

 

En efecto, el artículo cuestiona algunas ideas que pocas veces se habían cuestionado en la prensa nacional.

 

1. La nota plantea que los carnavalitos se usan con fines partidarios, y eso así ocurre.

2. La nota plantea que el carnaval de San Miguel no es el segundo más importante de América Latina después de Río de Janeiro, y no lo es. Sin salir de Brasil hay muchos otros carnavales mucho más multitudinarios que el migueleño.

3. La nota plantea que el alcalde migueleño llamó í¢â‚¬Å“pasmadoí¢â‚¬Â al ministro de Turismo por no promocionar el carnaval, y así lo llamó.

4. Etc.

 

A lo que voy es que el tema publicado no tiene pecados capitales como la invención, la tergiversación o la manipulación. El debate, si es que lo hay, estaría en el plano de la subjetividad. ¿Debe un periodista echarle flores al carnaval solo por ser algo nuestro, algo salvadoreño? Por lo visto, hay lectores que así lo consideran. ¿Debió la periodista haber buscado solo el lado positivo porque ya demasiadas noticias negativas tenemos?

 

Y saliéndonos del carnaval, ¿un periodista deportivo no debe í¢â‚¬Å“despotricarí¢â‚¬Â cuando informe sobre la selecta aunque juegue mal? ¿Un periodista debe callar que faltan medicinas en los hospitales y fijarse solo en los pacientes que se van satisfechos?

 

Al margen ya del artículo que originó este comentario, ¿sabemos los salvadoreños aceptar críticas, aunque estas sean constructivas?

 

Yo tengo mis respuestas, pero honestamente me gustaría escuchar otras.