TOUR FRÍO Y CALOR | Parte III: Mizata, un paraíso

Amanecimos en Mizata luego de una noche tranquila. No llovió, y la brisa del mar, que está a menos de una cuadra, aplacó el calor de la noche. Bajo las palmeras el sueño fue reparador, y esta vez sí nos levantamos con la mente puesta en que vamos a comer la pizza que no se nos cumplió ayer por esas cosas que suceden solo en la bicicleta. Pero antes decidimos conocer Mizata, tomar un baño en el mar, observar el paisaje y conocer a los mizateños.

Dormimos tranquilamente en una hamaca bajo los cocoteros. Por la ubicación del terreno cerca de la playa no se siente mucho el calor.

El cantón Mizata es un lugar pequeño pero con mucha historia. Pertenece al municipio de Teotepeque, La Libertad, y se encuentra a unos 20 km al suroeste de esta población. En tiempos de la Colonia y por la forma de su extensa playa fue un puerto de desembarque para comerciar y trasladar personas a los barcos mercantes españoles.

Al igual que las huellas que dejan los turistas en la playa, los conquistadores españoles e ingleses dejaron huellas en la historia de Mizata.

El 12 de febrero de 1587 el célebre corsario inglés Sir Francis Drake, durante sus viajes de conquista y exploración contra la corona española, desembarcó en esta playa, ya que se dice que aquí encontró un preciado botín: resina de bálsamo, que era muy abundante. En una muestra de astucia, él mencionó que el bálsamo que transportaba procedía de tierras peruanas, esto para evitar que otros llegaran a estas tierras y se llevaran el bálsamo que él había descubierto. Cinco años antes, en 1582, Drake había dirigido una violenta invasión en contra de los asentamientos indígenas en las islas de Conchagüita y Meanguera, donde realizó saqueos y asesinó a algunos moradores.

Retrato del corsario inglés Sir Francis Drake, quien llegó a las costas salvadoreñas a buscar tesoros.

En unas de estas incursiones se dirigió a la hacienda Tonalá, en donde apresó a la dueña del lugar y procreó con ella un hijo. Se desconoce si su descendencia todavía existe o se fueron del lugar. Para 1740, según el alcalde mayor de San Salvador, don Manuel de Gálvez Corral, en uno de sus relatos asegura que Mizata tenía 15 indios tributarios y unos 75 habitantes. Agrega que la cosecha era básicamente granos de primera necesidad, bálsamo y cacao. En 1770 Mizata pertenecía a la parroquia de Guaymoco, ahora Armenia, y contaba con 86 habitantes.

La comercialización de pescados, ostras y langostas son parte de la vida cotidiana en Mizata.

Para 1807, el corregidor intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa describe a Mizata como «pueblo de indios» y «lo desagradable del temperamento, la aridez del terreno para todo fruto, a excepción del cacao, y la decidida con que lo cultivan, dan pocas comunidades y surtimiento a estos naturales, los alimentos más preciados». Ya para 1841 es anexada esta población como cantón bajo la jurisdicción del municipio de Teotepeque.

 Un paraíso

Esta playa es hermosa ya que tiene una gran explanada que en marea baja la hace ideal para caminar en la arena. El oleaje en marea baja no es fuerte y es ideal para bañarse con los niños. Otro detalle importante es que no es una playa tan concurrida como las del puerto de La Libertad. Esta en particular se encuentra a 87 km de la ciudad de San Salvador.

Mizata tiene una extensa playa que por su ubicación permite tener olas en todo momento del año o marea.

En los últimos años y con el auge del surf en El Salvador ha adquirido un atractivo especial para quienes practican este deporte, ya que al ser menos concurrida les permite muchas veces tener las olas para ellos solos, en comparación con las playas Sunzal y El Tunco.  La playa tiene una extensión de un kilómetro aproximadamente, y a los lados tiene arrecifes de piedra que hacen que las olas sean consistentes tanto en marea alta como baja. Además posee tres puntos para surfear: uno que es conocido como «la point», ubicado al este; el «beach break», al centro; y el «reef break», al oeste.

Los turistas internacionales andan buscando un lugar tranquilo, sin mucha gente y que aún conserve la naturaleza salvadoreña junto a las comodidades modernas. Mizata tiene todo esto.

La zona tiene algunos atractivos adicionales como el silencio y la tranquilidad del lugar. No es una zona con mucho tránsito y sus pobladores son personas a las que no les gusta mucho la música estridente. El agua es limpia y tibia. Al lado oriental de la playa está la desembocadura del río Mizata, y ahí se encuentra un espectacular farallón.

Recuerdos de turistas internacionales.

El auge del turismo local en Mizata ha sido lento, quizá por lo alejado que se encuentra de los grandes centros poblacionales; sin embargo, a los turistas internacionales les llama mucho la atención, ya que es un lugar muy calmado y sin muchas personas. Hay varios comedores a la orilla de la playa y también hoteles y restaurantes con comida internacional.

Los pobladores de Mizata son muy emprendedores y hay varios negocios a la orilla de la playa que ofrecen una opción económica a los turistas.

Entre ellos se encuentran The Last Resort, Mizata Point Resort y Sea Garden; este último restaurante fue al que no pudimos llegar a tiempo para comernos esa deliciosa pizza. En Mizata todo está cerca, todo mundo se conoce y hay una tranquilidad entre los pobladores de la zona. Si alguien no tiene algo, le pregunta la vecino; si un turista llega y quiere ir a preguntar por lugares donde quedarse, ellos mismos lo llevan y lo dejan ahí donde se sienta mejor. No hay competencia entre ellos.

Gente amistosa

Un orgulloso Gerson «Carrito Loco» Martínez muestra su tabla recién fabricada por él mismo.

Caminando por ahí nos encontramos el taller de reparación de tablas El Carrito Loco. Un surfista de nombre Gerson Martínez (no, no es el que se imaginan) repara tablas a surfistas locales y extranjeros. Además, está comenzando a incursionar en la fabricación de tablas y la primera que ha hecho es para él. «Es primera tabla que hago. A ver cómo funciona en la ola. La espuma la conseguí de Italia y la fibra de vidrio y la resina son compradas aquí», comenta Gerson.

La tabla con la firma de Carrito Loco muestra que es una tabla original fabricada por él.

«La ola aquí es rápida. Tenemos una punta que le llamamos ‘el Muñeco’, buena la derecha que tira ahí. Tenemos tres lugares donde tiran derecha e izquierda y el beach  break, y allá que le llamamos ‘la Box’, ahí solo tira lo que es derecha. Bueno, y lo mejor es que no viene mucha gente», asegura con una gran sonrisa «el Carrito».

Aída nos muestra la venta de pescados del día.

Es un lugar en donde se puede encontrar de todo. Tal es el caso de Aída, una vendedora de pescado quien en su huacal carga una variedad de especímenes. «Este se llama Americano, este Quinoa, este se llama Aguja y esta Barbuda», nos dice la sonriente vendedora. Asegura que conoce 10 tipos diferentes de peces. «La libra de Americano vale $1.25. Son como cuatro pescados», nos dice muy alegre. Quizá pensó que íbamos a comprarle para almorzar, pero nuestra meta es la pizza de Sea Garden.

Este pequeño nos muestra los camarones de río que está capturando en una poza cerca de la bocana de Mizata.

En el camino hacia el restaurante pasé cerca del río y vimos a un grupo de niños en un charco con una atarraya; todos buscaban frenéticamente camarones que habían quedado atrapados en el charco luego de que el río se rebalsó con la lluvia de hace dos días. Los camarones los iban a hacer en una sopa donde todos comerían ese día.

Buena onda

«Este lugar está ubicado en la lotificación Santa Lucía. El nombre que originalmente le pusieron es  Buena Onda Surf Mission, y estamos ubicados frente a los hotelitos que se encuentran frente a la playa. Hay lugar donde acampar, hay lugar hasta para jugar un partido de fútbol. Todo buena onda», asegura Miguel Vega, quien es el propietario del lugar donde nos quedamos a dormir.

Un amplio terreno bajo los cocoteros es el mejor lugar para acampar.

El terreno es grande, con varias palmeras donde colocar una hamaca. De igual forma, hay lugar para instalar tienda de campaña. Tiene agua potable, baños y el lugar está cercado, por lo que presta seguridad. Cuenta con servicio de comida y bebida a precios muy cómodos.

Miguel Vega los espera en su sitio de camping.

«Lo mejor es que pregunten por Miguel Vega y rapidito los van a ubicar acá. Pasar el día o la noche vale $5», señala Vega. «La playa está como a unos 100 metros. Tenemos servicios sanitarios y regaderas. Nosotros tenemos servicio de comida donde nosotros mismos cocinamos camarones, pescado, carne, pollo… lo que necesiten ustedes comer. Aquí los estamos esperando», concluye.

La soñada pizza

Llegué Sea Garden ya a la hora del almuerzo y nos atendió su propietario, David Peralta. «Bienvenidos a Sea Garden. Somos un paraíso todo al natural, tenemos de las mejores de la zona. Tenemos un lugar donde pueden venir a relajarse, tenemos áreas de hamacas, tenemos un río muy hermoso y una playa muy bonita», asegura.

Sea Garden ofrece un lugar relajado con hamacas y mucha vegetación.

La verdad es que el menú de pizzas es para todos los gustos, desde aquellos que gustan de la carne hasta para aquellos que son vegetarianos. «La especialidad de la casa son dos pizzas: la Carnívora y la vegetariana. También tenemos una vegana que es una para los amantes de puro vegetal», añade Peralta. El lugar es muy tranquilo. Tienen bebidas heladas y otras variedades de platillos. Es un lugar para tomarla relajado y hasta hacer una siesta.

David Peralta, propietario de Sea Garden. También es el cocinero.

Pedimos una vegetariana. Esta pizza es bien tostadita, con bastante queso e ingredientes. Existen dos tamaños: la personal y la familiar. Esta pizza me hubiera caído muy bien luego de pedalear, pero ahora no nos queda mal. De una pizza personal pueden comer dos personas… Bueno, dependiendo del hambre del cliente. «Aquí no hay límites en la cocina, hacemos la pizza como el cliente la desee. Aquí cada quien fabrica su propia pizza», afirma este emprendedor quien dejó un trabajo como ejecutivo en una empresa de San Salvador para vivir en este paraíso tropical.

Para nosotros, la pizza vegetariana es la mejor. Masa tostadita y cargada de ingredientes. Muy deliciosa, tal como la soñamos.

«Tenemos tres tipos de habitaciones o tipos de estadías. La estadía para mochileros, para ellos tenemos un área en común donde pueden quedarse en hamacas o poner su tienda de campaña; esa área es de $7 por persona las 24 horas. Luego tenemos una habitación económica que solo tiene ventilador, tiene piso cerámico, aseado, y baño compartido; esa cuesta $35 las 24 horas.

Sea Garden ofrece alternativas de hospedaje para todo presupuesto.

De ahí tenemos las habitaciones que tienen aire acondicionado, que es un área más privada. Ahí tenemos de dos tipos: la de $45, que la capacidad de la habitación es para cuatro personas, y tenemos una familiar que cuesta $65, en esta la capacidad de la habitación es de entre 8 a 10 personas cómodamente. Esa tiene baño privado, televisión por cable, internet y todas las comodidades», finaliza Peralta.

Impresiones

En verdad Mizata es un lugar al que me gustaría volver y acampar. Pasar un par de noches, relajado y sin prisas. Viendo el atardecer y tomando un baño en la playa. Comer una pizza y tomar un par de cervezas. Es un lugar tranquilo y con gente muy amable y sonriente. Mizata ofrece opciones muy baratas de alojamiento y de comida; es un lugar alejado que permite disfrutar sin estar rodeado de tanta gente.

El perro Oso los espera en la playa Mizata. Cuando lo vean, no se olviden de saludarlo y darle un poco de comida, se los agradecerá mucho.

 

 

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