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La luz de nuestro mundo

En sentido figurado, tomo papel y lápiz nuevamente, para dirigirme a tí querido lector que por primera vez lees este blog o a tí que asiduamente visitas el sitio.
No sé por qué pero estas festividades como que nos ponen a todos un poco melancólicos o pensativos sobre familiares, navidades pasadas o el año que se termina. Lo cierto es que sea el momento, la compañía, la luces o nuestro corazón, este es un momento perfecto para hacer nuestro balance de vida y qué mejor manera que hacerlo bajo la luz de la Palabra de este domingo, solemnidad de la natividad de Jesús.
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: “Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor, Gloria y Honor a ti Señor Jesús.
Qué rica y hermosa la palabra del Dios en este pasaje que hemos leído. Hay una verdad con la que quiero continuar con esta reflexión: La navidad sin Jesús es vanidad. Es que en realidad es muy cierto que si no reconocemos que Jesús es la luz de nuestras vidas y lo declaramos como lo hizo Juan el Bautista, esta época se vuelve nada.
Hermanos, nosotros que hemos sido testigos de esa luz y gloria no la dejemos pasar desapercibida de nuestras vidas. Vivamos este tiempo en familia. Olvidemos los estrenos, la cena, la bebida y preparemos lo que realmente importa: Tener un corazón limpio y puro donde Jesús pueda volver a nacer.

Tu prisa

Horrorosamente, un hecho que presencié esta mañana me ha inspirado para escribirte este blog. Te comento lo bueno de lo malo observé.
No voy a contarte detalles, pues no vale la pena. Una señora se apresuró a cruzar la calle, para abordar el autobús que estaba frente a mí. Sin darse cuenta que otro auto sobrepasaba al automotor, caminó distraída.
Mi oído solo captó unas llantas que se desgastaron en el pavimento y ahogaron el aterrador grito de una mujer. “La mató”, gritó exasperada una señora que casi sale por una de las ventanas del automotor.
En un instante, de no mayor a tres segundos, la vida parecía irse y dos infantes lloraban heridos a un lado del camino. Muchos se apresuraron a ayudar y por mi parte elevé una oración por esas tres personas que yacían de dolor.
Esta no es ninguna historia. Es una realidad que deseaba compartir para que le saquemos provecho. Muchas veces, estamos tan apresurados por los afanes de la vida que nos olvidamos que en un instante todo puede cambiar. No estoy diciendo que llegues tarde a tus actividades, que no le prestes la debida atención a tus labores ni que te vuelvas holgazán. A lo que me refiero es que por un momento pensé en cuáles serían las preocupaciones de aquella mujer que le hicieron perder el juicio y cruzar sin ver la carretera.
No andemos por la vida solo viendo al frente o hacia el futuro, pues muchas de las cosas que están a nuestro alrededor, pueden cambiar drásticamente nuestro presente.