Mis propósitos de año nuevo (y venideros)

Comer un sorbete es un propósito que cumpliré con gusto.

Comer un sorbete es un propósito que cumpliré con gusto (ya quisiera que fuera en Roma).

Después de sobrevivir al Batkum cualquiera pensaría que la tarea de formular unos propósitos de año nuevo sería cosa fácil. Nada más alejado de la realidad.

Tengo la costumbre (todavía no sé si es buena o mala) de redactar en la hoja del día 1 de enero de mi agenda mis propósitos de año nuevo. Escribo lo que todos escribimos: ir al gimnasio, ahorrar, viajar, tener más amigos, buscar un mejor trabajo y por supuesto, leer muchos muchos libros. Hasta ahí sin novedad.

El problema se produce a la hora de ejecutar. Ya les digo si yo fuera diputada o presidenta me tendrían por lo peor, porque soy buena para prometer (en este caso a mí misma) pero no para dar el siguiente paso.

Así que este año para abreviar tanto dolor y pena (a mí misma) decidí buscar algún título de un libro que me diera alguna luz y evitar la molesta lista de propósitos que van quedando como un reguero de facturas sin pagar.

¿Pero qué libro será bueno? Primero lo primero, si la cuestión es adquirir hábitos nuevos Stephen Covey promete, pero antes de llegar a los hábitos quiero un objetivo o dos.

Luego dije Siempre el mismo día como la novela de David Nicholls. No sería como el Día de la Marmota. Al pobre Bill Murray le tocó aprender a la brava, una y otra vez toparse con la misma gente, los mismos problemas, el mismo tráfico pesado… aunque en su caso tuvo un final feliz. Me refiero a que quizá lo mejor es concentrarse en el presente, en un mismo día, en lo esencial y ya.

También le di vuelta a otros títulos: Puedes volar como las águilas, Ser feliz no necesariamente es cómodo, Tres metros sobre el cielo y hasta llegué a pensar en La ciudad de la alegría (¿San Salvador?), pero ninguno funcionó.

Por lo pronto el concurso se ha cerrado con una opción bastante llana: Come, reza, ama como lo manda Elizabeth Gilbert. Si los ven de cerca son tres propósitos bastante interesantes.

Comer es el más fácil en el sentido que solo hay que abrir la boca (una amiga que había logrado rebajar le preguntamos qué había hecho y nos contestó sin dudar: “Cerrar la boca”, ya se ve que el milagro de las dietas milagrosas está en la fuerza de voluntad). En fin, comer sano, comer mejor, de eso se trata.

Sigue rezar. Este propósito me encanta aunque confieso que no es fácil para mí. Hablar con Dios me agrada, el problema es dejarlo hablar a Él. Si alguien ha visto la obra El Cavernícola sabe a lo que me refiero, es decir tres mil palabras versus ¿qué? ¿su silencio? ¿El Evangelio del día? Menos mal que me tiene paciencia.

Y finalmente amar. Qué lindo verbo y claro, es extensivo a todo ser viviente, no como en la película donde Julia Roberts encuentra a su Javier Bardem y ya, ahora ama. No, no y no. No sé si viene al caso, pero acabo de leer en un periódico español que un hombre ha matado a su caballo de un porrazo por no ganar la carrera de caballos. Y después nos quejamos de lo mal que está el mundo.

Bueno, come, reza y ama, vamos a ver que tal nos va.

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Un comentario para “Mis propósitos de año nuevo (y venideros)”

  1. Convendremos en lo entrañable de los propósitos, crean un ambiente placentero inigualable. Sin embargo, nada es eterno en mi barrio, y al hablar de cumplimientos, ya habríamos pasado a otra fase.
    Ningún complejo en la comparación con los cargos públicos, la segunda fase cuenta poco para sus proyectos.
    En cuanto a las lecturas o relecturas, apunto la “Trilogía del vagabundo” de Knut Hamsun. El vagabundo discurre entre las vidas acomodadas y errantes de sus alrededores. ¿Quién es el vagabundo? Los aciertos y errores gesticulan en un panorama en el que resulta difícil pronunciarse.
    La poesía y los aires naturales van al unísono, huyen de las grandes elucubraciones.
    El vagabundo dialoga con un Dios alejado de las formas habituales que nos dibujan; es un acercamiento íntimo, poético y sincero.
    Con qué frecuencia los propósitos permanecen enredados en los matojos de la turbia convivencia. Vemos demasiados dibujos trazados por mentes ajenas de intereses variados.
    Saludos cordiales

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