Este domingo, encontramos en el Evangelio una verdadera lección de humildad, amor y perdón, que estoy seguro transformará tu vida.
Antes, leamos el Evangelio:
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.
Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro!”, respondió él.
“Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”.
Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”.
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”.
Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”.
Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”.
Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor, gloria y honor a ti Señor Jesús.
En este evangelio podemos notar que San Lucas ha demostrado que Jesús se oponía a tanto a los fariseos como a los discípulos; aquí nos ofrece el motivo más profundo: Conocer al verdadero Dios porque les faltaba la experiencia del amor verdadero.
Los fariseos no querían estar en deuda con Dios porque les costaba sentirse perdonados; no sabían que entre Dios y nosotros el amor supone siempre que hemos sido perdonados. Nos puede parecer agradable el gesto de Jesús que perdona, pero lo que Jesús subraya es la capacidad de amar, para perdonar.
Muchas personas creen que perdonar es olvidar el mal que nos han hecho. Sin embargo, perdonar implica que podemos recordar aquella situación que nos lastimó sin que nos cause algún daño.
El poder sanador del perdón es increíble. Algunas personas se acercan a mí pidiendo consejos. Quieren salir de una depresión, de un mal entendido y ni siquiera están dispuestos a perdonar u olvidar la más mínima ofensa que le han realizado.
La experiencia de perdonar transformará tu vida. No lo dudes.