Vuelo complicado, medianamente largo, desde California a la ciudad de Houston, estado de Texas en la Unión Americana. El avión transporta a la Selección y delegación salvadoreña que viene de perder dos encuentros, ante Perú y Armenia 3-1 y 4-0 respectivamente, algo común en la era Maradiaga.

En Houston se hace la conexión para El Salvador, hay pocos minutos para hacerlo y lamentablemente, el vuelo no llega a tiempo, las complicaciones climáticas hacen que el avión que traslada a la Selecta se detenga en San Antonio, siempre en Texas, y luego de unas cuantas horas, toque suelo en Houston.

Al llegar a la ciudad espacial, la conexión se ha perdido. El vuelo que de ahí salía a El Salvador ha partido, y entre lo que se gestiona el nuevo vuelo y en lo que este sale, pasarán varias horas, horas en las que los seleccionados tendrán (en la madrugada) que dormir en el suelo o asientos de la Terminal aérea, porque la Delegación no cuenta con dinero suficiente para el pago de un hotel además de ser demasiado poco el tiempo entre la llegada al hotel y la salida del nuevo vuelo. Contingencias de viajeros que suelen suceder.

Es poco cruel culpar a alguien por las inclemencias del clima, por el poco tiempo entre la gestión del nuevo vuelo y la salida de este que privó a la Selecta de ir a descansar a otro lado.

Lo que si es reprochable es que desde el edificio Federativo, se acepten como dogma las condiciones que impongan los «contratistas» quienes por alguna razón, no gestionan el vuelo directo entre Los Ángeles y El Salvador sino que ofrecen la gira trasladando a la selección vía escalas que son susceptibles de contingencias como la sucedida.

El Caso Texas sólo refleja un poco de lo mucho que por años ha sucedido en términos de contrataciones entre la Federación y otros entes. Algunos jugadores como Nelson Bonilla ya lo denunciaron públicamente… ¿a alguien le sorprende ya todo lo que de ahí sale?