Humilitas

Como cada viernes, compartimos la reflexión del Evangelio según San Lucas 7,1-10, correspondiente a este domingo 12 de septiembre.

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”.
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: ‘Ve’, él va; y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo hace”.
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”.
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Palabra del Señor, Gloria y Honor a Ti Señor Jesús.
La palabra más sencilla y adecuada que se describe en este pasaje y que quiero destacar es: Humildad. Algo que a muchos sobra o hace falta.
Centrémonos en la carencia de esta virtud que se define como el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. Cuando no se tiene se comenten los mayores actos de imprudencia y vergüenza que un ser humano puede pasar. Vienen a mi mente muchos pensamientos de situaciones, en la que personas se jactan de lo que son y lo que tienen. Muchas veces sin saber ni tener nada de lo que presumen.
Este hombre del Evangelio, se humilla ante Jesús y reconoce sus limitaciones. Qué hermoso fuera que todos nos diéramos cuenta de nuestras debilidades y defectos y nos complementáramos unos con otros sin querer sobresalir por encima de los demás. Si llegáramos a comprender esto creo que fundaríamos la primera comunidad verdaderamente inspirada en el principal mandamiento: Ámense los unos a los otros. Y es que realmente si nos amamos, no vamos a hacer sentir mal, ni pisotear a nadie
Los grados de la humildad son: Conocerse, aceptarse, negarse a sí mismo y finalmente darse. Quiero hacer una especial invitación este momento que lees practicar la humildad y reconocer ante Jesús que solo Él es nuestra fuente de bendición, sanación y felicidad.

2 pensamientos en “Humilitas

  1. José.

    Me parece…. Pero recordemos que siempre debe existir una coordinación entre: lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.

    Responder

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