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No destruyamos nuestra casa

 

En esta ocasión, quiero iniciar agradeciéndote por visitar este sitio y compartir tus comentarios.

Ahora bien, a la luz del contexto actual de tanta violencia, injusticia, pobreza y sobre todo la separación de los miembros de nuestra iglesia, quiero exhortarte a que nos unamos como parte de un mismo cuerpo que somos. Es necesario que en lugar de criticarnos los unos a los otros y de dividir nuestros templos y nuestro trabajo pastoral, busquemos alternativas que nos unan. Oremos por la conversión de tantos hermanos que se alejan y por qué no mencionarlo, por algunos líderes que son presa del enemigo. Querido lector, deseo hacer especial énfasis en que el objetivo de este blog es invitarte a que no lotifiquemos nuestra iglesia.

A la luz de la Palabra, el evangelio de S. Juan nos transmite, como un ardiente deseo de Jesús, la unidad de sus discípulos: «Padre Santo, guarda en tu nombre a estos que me has encomendado, para que sean uno como nosotros» (Jn 17,11). Según este deseo, el misterio de Dios uno y trino ha de ser principio y enunciado de la Iglesia en su estado original.

La Iglesia es, ante todo, un misterio. Un gran misterio, pero con una estructura sacramental. Un instrumento de salvación instituido por Cristo para continuar su misión en la tierra. La Iglesia es el lugar donde el Espíritu une a sus fieles en un solo cuerpo. La falta de unidad falsea el signo y obstaculiza la evangelización. Es por ello que es nuestro deber el trabajar por la unión de nuestra iglesia como si se tratara de nuestra propia casa. No me dejarás mentir que cuando algo va mal en el hogar todos los miembros se preocupan por resolver la situación que les separa.

En este ambiente, el papa actual, Benedicto XVI, también se pregunta por el significado de esa unidad: ¿Qué significa restablecer la unidad de todos los cristianos? Todos sabemos que existen numerosos modelos de unidad y sabemos también que la Iglesia católica pretende lograr la plena unidad visible de todos los discípulos de Jesucristo. Esa plenitud en la que todos y todas trabajemos por el mismo fin: La gloria eterna.

Actualmente se están realizando múltiples esfuerzos por buscar esa unidad. Por  ejemplo, hay muchas parroquias que están realizando jornadas de oración por la recuperación de esa unión tan anhelada. Te invito nuevamente a que cada día eleves una pequeña plegaria, rogando a nuestro Señor envíe su Santo Espíritu a renovarnos y a transformarnos en su amor.

 

Atentamente:

Padre Martín.

 

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