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INFLUENZA ESPIRITUAL

  

 

Actualmente, los medios de comunicación están plagados de información sobre la influenza AH1N1 en seres humanos. En abril de este año, la noticia de la existencia de la enfermedad en México causó temor en la población mundial. Toda actividad fue suspendida, al menos en el Distrito Federal (DF) y en el Estado de México.

 

La alerta trascendió todas las fronteras y el miedo a morir por la influenza fue creciendo y no tardó en apoderarse de nuestro país. Sin saber qué exactamente es la enfermedad, la discriminación por alguien que simplemente estornuda en el autobús es grande. Las miradas de los pasajeros flagelan a quien presente algún síntoma de resfriado; y la misma situación ocurre cuando estamos en medio de muchas personas en la eucaristía, en la asamblea o en la reunión de grupo.

 

La verdad es que la influenza porcina es una enfermedad respiratoria de los cerdos causada por el virus de la influenza tipo A, el cual provoca brotes comunes de influenza entre estos animales. Los virus de la influenza porcina enferman gravemente a los cerdos pero las tasas de mortalidad son bajas, en estos animales.

 

Algunas explicaciones apuntan a que, por alguna razón, el virus mutó y empezó a transmitirse de persona a persona. Se dio a conocer que el principal afectado fue México y al poco tiempo se reportaron casos en Estados Unidos, Latinoamérica y algunos países de Europa y el Medio Oriente.

 

A la fecha, parece que el virus no ha afectado gravemente a nuestro país y en México han disminuido la alerta y la actividad humana está volviendo a su curso.

 

Existen diversas especulaciones sobre este virus de la influenza AH1N1. Una de ellas afirma que la enfermedad no existe, otra que fue creada como una medida para impulsar la industria farmacéutica que estaba en crisis. “Si no creas guerras crea enfermedades.”, dice textualmente el correo en Internet. Donde además se hace una cronología que relaciona la última reunión de los siete países más poderosos del mundo con el brote de la enfermedad.

La verdad es que en esta situación son muchos cabos los que quedan sueltos. Lo que tenemos que hacer, como buenos cristianos, es agarrarnos fuerte de la Misericordia del Altísimo para que nos cubra con su bendición y  tomar las mayores medidas sanitarias posibles mientras la alerta disminuye.

Hay otras enfermedades a las que poca atención les prestamos, y no por ello  son menos peligrosas, estas son producto del virus del orgullo, del resentimiento, del odio, de la corrupción y otros malos sentimientos que son  más mortales que cualquier enfermedad corpórea, como dice la palabra de Dios en el evangelio de San Mateo  “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo”

Hermanos, estamos viviendo tiempos difíciles por la crisis económica y espiritual que nos asecha. No gastemos nuestro tiempo en desearle el mal a nuestro prójimo. Definitivamente, no hay nada más hermoso que vivir en armonía con nuestros semejantes. Con toda humildad y mansedumbre sopórtense con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. (Cf. Ef 4,2-3).

Trabajemos juntos por erradicar la influenza espiritual. El antídoto ya no los lo dio nuestro Señor Jesucristo, el amor. También, tenemos en los sacramentos una fuente inagotable de sanación.

Bendiciones…

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