Negada una generación de grandes futbolistas en el 2004 a ser monarcas continentales por la granítica Grecia de Charisteas, siendo locales, el golpe de esa Euro duele todavía en Portugal.

Era la Portugal de Rui Costa, de Deco, de Figo, de Pauleta, de Nuno Gomez, de Simao… y si, también la de un joven Cristiano Ronaldo…

Con un equipo dirán algunos menos talentoso que aquel de hace 12 años, Portugal vuelve a llegar a la final de la Euro, sin la presión del localismo, sin la presión del favoritismo, sabiendo que la tarea está hecha con solo el haberse colado a la final y ser ellos y no Alemania, o Italia o España o Inglaterra o Bélgica la que esté ahí, en el baile final, en el último juego, ante los favoritos anfitriones, ante la Francia de Griezmann.

Me parece que el fútbol nunca queda en deuda con nadie. El fútbol es justo, contrario a lo que muchos dicen que no lo es. El fútbol premia la efectividad de cara a portería, no la posesión de balón; el fútbol premia el orden defensivo, no la espectacularidad de la gambeta y la rabona; el fútbol da y quita y a veces primero quita para luego dar revancha, el fútbol siempre da revanchas; y este domingo puede ser para Portugal.

Los franceses son enormes favoritos, pero me parece que el orden portugues y su estilo de juego diferente al de la Portugal de hace 14 puede complicar a Francia y además, sobre todo, además, en especial… cuentan con un fenómeno, que se merece un título a nivel de selección. El fútbol es justo, no regala nada, lo da a quien se lo gana, y Cristiano Ronaldo quiere ganar algo con su selección.