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21 Ene 2009 El cronista miseria
 |  Categoría: Reflexiones  | Tags: , , ,  | 1 comentario

Esto parece más un blog personal que uno colectivo, como era la idea original. Pero como dicen que lo prometido es deuda, en este post hablaremos sobre los cronistas miseria. Ayer les comentaba que uno de los riesgos de trabajar en un país como El Salvador, donde la pobreza es tan agresiva, era convertirse en eso, en un moldeador de la miseria. Pero no di el paso de definir a qué me refería. Ahí voy ahora. Lo primero, aclarar que la combinación de palabras no es mía. La estoy hurtando del blog del reconocido cronista chileno Juan Pablo Meneses.

Juan Pablo Meneses

Juan Pablo Meneses

Meneses es otro de los periodistas que ha logrado colarse en el grupo de los cronistas respetados de América Latina, esos que ya tienen libros publicados y les cuesta nada colocar sus textos en las revistas más prestigiosas del género. Pues bien, hace poco le dio por reflexionar sobre la figura del cronista que hace de la miseria su materia prima para trabajar, de aquel que se regodea en la pobreza para elaborar sus notas. íƒâ€°l lo explica mucho mejor que yo. Les dejo con sus palabras.

 

El cronista miseria es uno de los grandes personajes de la fauna cronística.

El cronista miseria consigue fondos gracias a los bajos fondos.

Para el cronista miseria las cosas son simples: para hablar de la miseria humana, se va a una villa miseria. Para decirnos que el mundo es una basura, se va a un basural con niños abandonados. Para confirmarnos que no tenemos salida, cuenta la historia de unos pobres en la cárcel.

El cronista miseria, debilidad de ONG´s y Fundaciones bien pensantes, escribe mal y amarillo.

El cronista miseria elige sus temas con la misma lógica con que responden las candidatas a Miss Universo: í¢â‚¬Å“Los problemas del mundo son la pobreza, el narcotráfico y las guerrasí¢â‚¬Â.

Ideológicamente, el cronista miseria no se hace problemas: divide a las personas entre buenos y malos.

Aunque no sea su meta, el cronista miseria suele fomentar el pánico social y el avance policial. El cronista miseria es amigo de uniformados, y es conocido por los poderosos de cada barrio bravo.

El cronista miseria habla de periodismo narrativo y de lenguaje literario, aunque sus textos sólo terminan siendo una crónica roja de larga extensión.

El cronista miseria disfruta metiendo sus textos en medios del primer mundo, o en revistas tercermundistas dedicadas al buen vivir: Miseria chic.

El cronista miseria piensa que las dobles lecturas son lo mismo que releer.

El cronista misera cree que una buena crónica es narrar miserias que están a la vista, cuando en realidad se trata de revelar miserias ocultas.

El cronista miseria defiende su parcela, su nicho, su quinta de miseria, como si fuera una propiedad privada.

El cronista miseria nunca escribe de los poderosos, aunque conoce a muchos.

El cronista miseria no entiende la pornomiseria.

Algunos piensan que el cronista miseria es un invento del nuevo periodismo latinoamericano.

El cronista miseria se burla de quienes, piensa él, sólo escriben de frivolidades. Seguramente, su risa también sea su gran triunfo: ha logrado frivolizar todas nuestras  grandes miserias.

Cuanto menos, su pensamiento es buen punto de partida para la reflexión. ¿Existen los temas importantes? ¿El buen y el mal periodista se mide en función de la ‘trascendencia’ de lo publicado? ¿Quién decide qué es lo trascendente? Y es que en este gremio tan variopinto hay de todo un poco. Trayendo las palabras de Meneses al escenario salvadoreño, no son pocos los colegas acá que estratificamos la profesión. Saliéndonos del circulo de la miseria del que habla el cronista chileno, escribir sobre política, sobre asesinatos o sobre la desnutrición infantil es estar en la cima, es contar lo importante. Redactar sobre deporte, sobre cantantes o sobre un elefante es para principiantes, frívolos o fracasados. Como casi todo en esta vida, yo me atrevo a aseverar que en esto también hay matices y que, además del qué, cada vez será más importante el cómo se cuenta algo. De hecho, tengo la firme convicción de que un relato es más meritorio si logra atrapar a un lector cuando su materia prima es lo rutinario, aquello que en las facultades de periodismo nos dijeron que no era noticia.