Archivo de tags para ◊ Derechos Humanos ◊

28 Abr 2009 La carta de los cubanos

Lo que Gabriel García Márquez llamó el oficio más bello del mundo nos permite a los periodistas poder mirar la realidad directamente a los ojos. A veces, el reportero se convierte en coprotagonista involuntario de la historia que está relatando. Eso le pasó a Víctor Núñez Jaime, un periodista mexicano que desde enero está colaborándonos con temas exclusivos para la revista. Ya ha publicado con nosotros ‘Dos granada para El Mañana‘ y ‘Mi vida con Octavio’. El próximo domingo nos trae un relato sobre lo que ocurre al interior de la estación migratoria que el Gobierno mexicano inauguró en 2006 en la ciudad de Tapachula, Chiapas, albergue obligado para cientos de salvadoreños que ven truncado su camino sin papeles hacia Estados Unidos.

Muro en la frontera entre México y Estados Unidos.

La crónica entera, el domingo. Pero ahora lo que quiero compatirles es la carta que un grupo de 30 cubanos retenidos allí entregó a Víctor cuando logró infiltrarse adentro de la estación. Aunque es larga, les invito a leerla en su totalidad. No tiene desperdicio.

A quien pueda interesar:

Somos 30 cubanos que estamos presos en la Estación Migratoria de Tapachula, estado de Chiapas, México, siendo privados de todos los derechos que pueda tener el ser humano. Es por eso y por mucho más que a continuación queremos dar a conocer a la opinión pública todas las violaciones que se cometen en nuestras personas.

Denuncia de las violaciones:

1. Privación de la libertad

2. Represión

3. Intimidación

4. Falta de atención médica (no hay medicamentos)

5. Maltratos sicológicos

6. Mala alimentación

7. Escasos aseos personales

8. Ninguna información sobre nuestro proceso migratorio

9. Escaso tiempo de horario de visita (personas ajenas)

10. No existe avituallamiento (toallas, sabanas, colchones, mantas)

11. Fregolarida en horarios alimenticios

12. Alteración de precios en tienda de la estación migratoria.

Basados en todo esto, queremos dar a conocer que uno de los cubanos no resistió la presión y se encuentra en estos momentos en Tuxtla Gutiérrez donde está siendo atendido por un psiquiatra, sin que nosotros sepamos el estado del paciente. Tenemos conocimiento de que el Instituto Nacional de Migración le pidió dinero a la familia para pagar el pasaje a Cuba de dos de sus oficiales y del propio paciente.

Toda ayuda que podamos recibir será bienvenida. Todo sea por el bien de esclarecer todas las violaciones de las que somos víctimas, para tener libertad y democracia.

Hace 88 días salimos de forma clandestina de nuestro país en dos embarcaciones turísticas que, dadas sus pésimas condiciones, se rompieron al segundo día de nuestra partida. Gracias a Dios fuimos rescatados por un yate de recreo que nos transportó hacia Cancún, lugar donde fuimos capturados por la Marina mexicana. Nos dijeron que habíamos llegado a un país de libertad que ayudaba a los cubanos que buscan prosperidad en Estados Unidos.

Gracias al Señor estamos vivos ya que, por desgracia, otros compatriotas perdieron la vida. Pero qué desilusión sufrimos con el paso de los días. Nos dimos cuenta de que el gobierno de México se presta al juego del gobierno de Cuba. Nos piensan deportar a nuestro país donde nos espera la persecución de la policía política y la prisión. Lo decimos porque en estos 88 días hemos visto deportar a otros 62 cubanos. Sólo ha ocho les dieron el permiso de continuar hacia Estados Unidos.

Las autoridades migratorias aplican una política totalmente violatoria de los derechos humanos. Da pena que un país como este, con millones de migrantes en Estados Unidos, tenga semejante actitud con los cubanos.

Desde que llegamos a esta Estación Migratoria estamos encerrados en celdas con puertas de metal cerradas con candados y vigilados por policías que están en el pasillo. Durante toda la noche permanece encendido un foco de 500 wats y no podemos descansar.

Todo el tiempo nos intimidan con el tema de la deportación hacia Cuba. Para los agentes es como si fuera un juego.

Hay una deficiente atención médica. Hay veces que no hay medicamentos y también a veces nos obligan a pagar la atención recibida en otras instituciones de salud. Una persona que tiene que tomar medicamentos diarios por ser hipertensa, ha tenido que mandarlos a comprar

Como burla, nos obligan a firmar un documento tres veces al día para tener derecho a desayuno, comida y cena. Los horarios de alimentación se alteran al criterio del oficial de guardia. Esto ha traído como consecuencia algunos problemas digestivos, sobre todo en niños y personas mayores.

No nos han dado ninguna información sobre cómo marcha nuestro proceso migratorio. Es muy difícil entrevistarse con los responsables de la estación. Cuando los vemos nunca saben nada o nos dicen que todo tiene que ver con decisiones que toman en el Distrito Federal.

Nos sentimos maltratados psicológicamente por no saber por no saber cuál será nuestro destino al día siguiente. Uno se acuesta pensando si vendrán a buscarte a las cuatro de la mañana para deportarte a Cuba. A esa hora suelen hacerlo. Si te van a entregar un documento, lo hacen después de las 12 de la noche. Cuando uno siente que se abren las pesadas puertas de hierro, piensa que vienen a deportarlo. Todo esto lo hace el jurídico y parece que lo disfruta.

La alimentación es poca y de baja calidad. Además, se repite lo mismo todos los días. Sería bueno que alguien revisara lo que se paga por nuestra alimentación, porque a nuestro criterio parece que hay funcionarios que se están enriqueciendo con nuestra hambre.

Cuando llegamos, sólo nos entregaron un tubo pequeño de pasta dental y un desodorante. 88 días después no nos han dado algo más. Nosotros hemos tenido que comprar los artículos de aseo personal en la tienda a precios exorbitantes.

Algunos mandos intermedios de la estación les han cobrado 500 pesos a algunos cubanos a cambio de darles el pase de salida para continuar hacia Estados Unidos. Pero, como una burla, luego los deportan a Cuba.

Los horarios de visita son constantemente violados a criterio de los jefes de turno. Cuando recibes la visita de tu abogado, es en presencia de un funcionario, violándose así la privacidad a la que uno tiene derecho con su representante legal. A los que tienen sus esposas, no se les permite un momento de intimidad por capricho de las autoridades de la estación.

No se nos entrega alguna toalla o sábana o colcha… Y pasamos frío durante la noche. Los colchones están en pésimas condiciones. No podemos descansar e incluso hay quien ha contraído alguna enfermedad de la piel.

En la tienda nos venden productos a precios muy elevados. Nos dicen que es porque la tienda pertenece a una organización que dona las ganancias para la compra de prótesis para los minusválidos. No sabemos. Quizá son otros que se enriquecen con nuestra necesidad.

Los niños llevaban ya dos meses sin recibir clase.

Estas y otras violaciones estamos sufriendo los cubanos que huimos de una tiranía con el objetivo de darle más dignidad y libertad a nuestra vida. Nosotros sólo queremos continuar nuestro viaje a Estados Unidos para encontrar libertad y democracia.

Obviamente, esta sentida carta se menciona en la crónica de Víctor Núñez pero, por su extensión, solo podemos publicarla entera acá, en el blog. Así están las cosas en los países libres.

15 Dic 2008 Los callos
 |  Categoría: Viajes  | Tags: ,  | 3 comentarios

Vengo tarde. Este blog lleva varias semanas de existencia y esta es la primera vez que voy a escribir. No tengo excusas, así que dirijo a los lectores las disculpas del caso por la tardanza.

De lo que quiero reflexionar es de los callos. Ese pellejo duro que sale en cualquier parte de los pies o de las manos. Yo, por principio estético, los odio. Y los odio porque los he tenido. Me salía uno en el dedo mayor de la mano derecha cuando en el colegio tenía que escribir páginas y páginas de teorías que ni recuerdo y que creo que no necesito. Me salieron en  los pies cuando me embutí en esos tacones de aguja destalonados y de punta estrechísima. Y me salen ahora en la parte de atrás de la muñeca derecha por deslizar el ratón de la computadora. Los callos son eso, protección, defensa ante algo que con constancia lastima.

Lo que pasó fue que los tres meseros me decían al mismo tiempo y en un leguaje que entendía a medias que me fuera del restaurante. Pocas veces me he sentido tan vulnerable, tan sola, y tan profundamente dañada en mi integridad. Yo quería agua, y al parecer uno no puede sentarse en un restaurante de los Campos Elíseos, en París, solo para pedir agua.

No sé por qué los meseros hicieron eso. No les pregunté. Y la verdad, a estas alturas, el hecho mismo no es lo que me llama la atención.

Cuando conté mi episodio a otros franceses. La explicación que más escuché fue esa que tiene que ver con mi color de piel. í¢â‚¬Å“Es que eres negritaí¢â‚¬Â, fue la que con más gracia y diplomacia me dijeron. Eso es lo que me llama la atención. A estas alturas del siglo, ¿cómo es posible que la explicación más frecuente para un hecho como el descrito tenga que ver con la piel?

Yo sé que soy negrita, solo que no pienso en eso como algo que pueda traer problemas. No suelo pensar ni en eso, ni en mi acento, ni en mi nacionalidad como cosas por las que alguien me pueda lastimar. Nunca había tenido que pensar en tener callos en esas áreas.

Y por eso no disimulé mi asombro al oír toda clase de historias de lo que otros í¢â‚¬Å“negritosí¢â‚¬Â latinos o marroquíes o árabes probablemente han tenido que pasar por esos lados.

París fue la semana pasada sede de la conmemoración del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por eso, y no por otra cosa, anduve por ahí. En la ceremonia, los discursos de personalidades de la talla de Mary Robinson y Jimmy Carter fueron fuertes. Pero al margen de todas las palabras y las imágenes acerca de la lucha de muchos por reivindicar la dignidad humana, nada me conmovió más que el pensar que, al parecer, en esos lados, la gente como nosotros todavía necesita armarse de callos para protegerse. Porque lo más seguro es que ante cualquier cosa fea que les suceda, la explicación más frecuente que van a escuchar va a tener que ver con su acento, su nacionalidad o su piel.