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26 Feb 2009 ¿Más política en Séptimo Sentido?
 |  Categoría: Reflexiones  | Tags: , , , ,  | 12 comentarios

Estamos a las puertas de las que todo indica que serán las elecciones presidenciales más reñidas de cuantas se han celebrado en la historia reciente de El Salvador. Y no hay que ser un lince para inferir que la presencia de esos trascendentales comicios en las páginas de Séptimo Sentido ha sido marginal. La política está en cualquier tema que se aborde, pero ahora me estoy refiriendo a la presencia activa, directa, a la política masticada, a la pura y dura. Hablo de que no ha habido en las páginas de la revista entrevistas de profundidad con los actores principales ni crónicas de largo aliento sobre las dinámicas que generan las campañas ni perfiles í¢â‚¬â€œverdaderos perfilesí¢â‚¬â€œ sobre los candidatos a la Presidencia o a la Vicepresidencia.

Ya no hay tiempo para nada de eso. Pero hay dudas.

A nuestro correo electrónico han llegado mensajes que aseveran que de Séptimo Sentido celebran precisamente el hecho de que no tenga esa presencia tan activa la política. Para eso hay otras páginas en La Prensa Gráfica, dicen. También han llegado correos en sentido opuesto, correos que exigen la presencia de esa política cruda en las páginas, que silenciarla es renunciar a una de las más profundas esencias del periodismo.  

Y a usted, ¿le habría gustado si hubiéramos saturado las páginas de la revista con Funes, con Ávila, con el PCN, con los estériles debates al interior del TSE, con sesudos especialistas opinando sobre el futuro del país, con Will Salgado, con el color rojo-cambio o con el anticomunismo-tricolor?

Hay dudas.

03 Feb 2009 Los detalles

 

Martín Caparrós

Lo hizo el gran maestro en 1958. Gabriel García Márquez, cronista por antonomasia, no tuvo reparos en inventar un personaje para su crónica í¢â‚¬Å“Caracas sin aguaí¢â‚¬Â. Ante un hecho inapelable como la ausencia de agua en la capital venezolana durante varios días, Gabo cedió a la tentación de contarlo a través de un personaje ficticio: el científico alemán Samuel Burkart. A fin de cuentas, debió pensar el maestro, ¿quién mejor que un científico y además alemán para encarnar la generalizada sensación de indignación y rechazo ante la ausencia de agua potable? ¿Merece la pena inventar los detalles para lograr que el mensaje de fondo sea más contundente?

 

Pues bien, eso que hizo el gran maestro (al menos una vez) en 1958, sigue siendo motivo de acalorados debates entre las generaciones de cronistas que hoy rellenan las mejores revistas que trabajan el género. El pasado 29 de enero, jueves, asistí en Cartagena (Colombia) a un conversatorio sobre la crónica en el imponente Teatro Heredia, uno de los motores de la vida cultural en la ciudad caribeña. Moderados por Daniel Samper, director de la revista Soho, alrededor de dos mesitas estaban tres cotizados cronistas í¢â‚¬â€œMartín Caparrós, Juan Villoro y Alberto Salcedoí¢â‚¬â€œ y un cuarto llamado Fabrizio Mejía Madrid.

 

Juan Villoro

Toda la plática resultó fascinante. Pero el punto que quiero traer a este blog es que Caparrós y Villoro defendieron la modificación de los detalles en sus crónicas para ganar contundencia, y que eso no debe de ser motivo de escándalo. Tuve la oportunidad de hablar con otros respetados y prolíficos cronistas en las horas y días siguientes, y obtuve por respuesta dos ideas: una, que no hay que escandalizarse por esa aseveración, que el periodismo comete mayores pecados que modificar un color intrascendente para darle, por ejemplo, brillo a una escena; y dos, que hay crónicas y crónicas, que las hay más literarias y las hay más informativas.

 

Mi opinión en este debate, si les interesa, es que un cronista no debería de inventar ni modificar nada, nada, absolutamente nada. Ni colores ni sensaciones ni aromas, nada. Ni aunque lo hayan hecho Gabo o Caparrós. Nada. Nunca.

 

¿Tiene usted alguna opinión sobre este asunto?

21 Ene 2009 El cronista miseria
 |  Categoría: Reflexiones  | Tags: , , ,  | 1 comentario

Esto parece más un blog personal que uno colectivo, como era la idea original. Pero como dicen que lo prometido es deuda, en este post hablaremos sobre los cronistas miseria. Ayer les comentaba que uno de los riesgos de trabajar en un país como El Salvador, donde la pobreza es tan agresiva, era convertirse en eso, en un moldeador de la miseria. Pero no di el paso de definir a qué me refería. Ahí voy ahora. Lo primero, aclarar que la combinación de palabras no es mía. La estoy hurtando del blog del reconocido cronista chileno Juan Pablo Meneses.

Juan Pablo Meneses

Juan Pablo Meneses

Meneses es otro de los periodistas que ha logrado colarse en el grupo de los cronistas respetados de América Latina, esos que ya tienen libros publicados y les cuesta nada colocar sus textos en las revistas más prestigiosas del género. Pues bien, hace poco le dio por reflexionar sobre la figura del cronista que hace de la miseria su materia prima para trabajar, de aquel que se regodea en la pobreza para elaborar sus notas. íƒâ€°l lo explica mucho mejor que yo. Les dejo con sus palabras.

 

El cronista miseria es uno de los grandes personajes de la fauna cronística.

El cronista miseria consigue fondos gracias a los bajos fondos.

Para el cronista miseria las cosas son simples: para hablar de la miseria humana, se va a una villa miseria. Para decirnos que el mundo es una basura, se va a un basural con niños abandonados. Para confirmarnos que no tenemos salida, cuenta la historia de unos pobres en la cárcel.

El cronista miseria, debilidad de ONG´s y Fundaciones bien pensantes, escribe mal y amarillo.

El cronista miseria elige sus temas con la misma lógica con que responden las candidatas a Miss Universo: í¢â‚¬Å“Los problemas del mundo son la pobreza, el narcotráfico y las guerrasí¢â‚¬Â.

Ideológicamente, el cronista miseria no se hace problemas: divide a las personas entre buenos y malos.

Aunque no sea su meta, el cronista miseria suele fomentar el pánico social y el avance policial. El cronista miseria es amigo de uniformados, y es conocido por los poderosos de cada barrio bravo.

El cronista miseria habla de periodismo narrativo y de lenguaje literario, aunque sus textos sólo terminan siendo una crónica roja de larga extensión.

El cronista miseria disfruta metiendo sus textos en medios del primer mundo, o en revistas tercermundistas dedicadas al buen vivir: Miseria chic.

El cronista miseria piensa que las dobles lecturas son lo mismo que releer.

El cronista misera cree que una buena crónica es narrar miserias que están a la vista, cuando en realidad se trata de revelar miserias ocultas.

El cronista miseria defiende su parcela, su nicho, su quinta de miseria, como si fuera una propiedad privada.

El cronista miseria nunca escribe de los poderosos, aunque conoce a muchos.

El cronista miseria no entiende la pornomiseria.

Algunos piensan que el cronista miseria es un invento del nuevo periodismo latinoamericano.

El cronista miseria se burla de quienes, piensa él, sólo escriben de frivolidades. Seguramente, su risa también sea su gran triunfo: ha logrado frivolizar todas nuestras  grandes miserias.

Cuanto menos, su pensamiento es buen punto de partida para la reflexión. ¿Existen los temas importantes? ¿El buen y el mal periodista se mide en función de la ‘trascendencia’ de lo publicado? ¿Quién decide qué es lo trascendente? Y es que en este gremio tan variopinto hay de todo un poco. Trayendo las palabras de Meneses al escenario salvadoreño, no son pocos los colegas acá que estratificamos la profesión. Saliéndonos del circulo de la miseria del que habla el cronista chileno, escribir sobre política, sobre asesinatos o sobre la desnutrición infantil es estar en la cima, es contar lo importante. Redactar sobre deporte, sobre cantantes o sobre un elefante es para principiantes, frívolos o fracasados. Como casi todo en esta vida, yo me atrevo a aseverar que en esto también hay matices y que, además del qué, cada vez será más importante el cómo se cuenta algo. De hecho, tengo la firme convicción de que un relato es más meritorio si logra atrapar a un lector cuando su materia prima es lo rutinario, aquello que en las facultades de periodismo nos dijeron que no era noticia.

20 Ene 2009 Todo es relativo
 |  Categoría: Viajes  | Tags: , ,  | 2 comentarios

Este es el centro de Vitoria-Gasteiz, la ciudad que me vio nacer allá por 1976 y que me ha vuelto a acoger durante unos días. Siempre lo repito, pero lo haré otra vez. Esta es la ciudad que presta su nombre al polideportivo situado en Nejapa, el complejo en el que juega el equipo de fútbol del pueblo.

Plaza de la Virgen Blanca

Plaza de la Virgen Blanca

Hoy estuve dando el que seguramente sea mi último paseo matutino por sus calles. El cielo estaba azul intenso y brillaba un atípico sol, condiciones bastante anómalas para estar en pleno invierno. La temperatura, eso sí, gélida. Rondaba los 4º C.

Caminando con mi esposa Iris, comentamos que este año no había habido ni un solo homicidio en las casi tres semanas que llevamos acá. La ciudad tiene unos 240,000 habitantes. En las vacaciones de hace un par de años ocurrió uno, y los medios de comunicación locales estuvieron hablando del suceso varios días. ¿Con qué llenan las páginas de los periódicos? Como se puede apreciar en la imagen de la céntrica plaza de la Virgen Blanca, acá no hay ventas informales ni basura acumulada en las calles ni ruidos estridentes. En el tiempo que llevo, las principales noticias locales han sido la inauguración de un tranvía, la gran nevada del 7 de enero, la crisis primermundista que se vive acá, las victorias del equipo de baloncesto y las derrotas del equipo de fútbol. Suena a poco. Esta es la capital del País Vasco, y habrá elecciones al Parlamento en menos de mes y medio. Pero no hay pinta ni pega. La campaña política se ciñe acá a las dos semanas previas al día de la votación. Tampoco he visto ningún accidente de transito en la ciudad, ni siquiera uno pequeño. Nada de tuberías rotas ni de peleas entre bandas de jóvenes en las calles.

Demasiado tranquilo todo, demasiado cuadriculado. No es que uno esté deseando que la gente se mate, pero la verdad es que esto es demasiado aburrido. Acá no lo saben, porque no conocen otra cosa. Pero, al margen de las consideraciones personales, El Salvador es un país infinitamente más atractivo para un periodista; al menos para el periodista que firma estas letras. Muchas veces me han preguntado por qué me vine de un país ordenado a otro desordenado, cuando miles quieren hacer el camino contrario. El periodismo es el responsable. Pero esa atracción por el desorden tiene sus riesgos. Uno es terminar convirtiéndose en un ‘cronista miseria’, aunque de eso les hablaré en el próximo comentario.

Buenas tardes, buenos días.

26 Nov 2008 Para reír, para llorar…
 |  Categoría: Inquietudes de lectores  | Tags: , ,  | 3 comentarios

Han llegado a la redacción distintos correos que muestran disconformidad con un artículo publicado en la revista de esta semana: í¢â‚¬Å“El carnaval que se mira con buenos ojosí¢â‚¬Â, de Glenda Girón. Pueden leerlo pulsando aquí.

 

Este que les transcribo es el comentario que envió Edgar Amaya. A mi juicio, resume el espíritu de la mayoría de los que han llegado. Dice así:

 

Cuando me dirigí a leer el reportaje referente al carnaval de San Miguel, me llenó de tristeza ver que la í¢â‚¬Å“reporteraí¢â‚¬Â Glenda Girón, en lugar de dar realce a esto que hasta nuestros diputados han declarado como bien cultural, viene a despotricar en contra del carnaval. Si bien es cierto que no cuenta con la mención honorífica que dicha reportera se llena la boca dándole a otros carnavales que ni siquiera creo que haya tenido la oportunidad de visitar, ¿acaso no es salvadoreña? ¿No se siente orgullosa de su país? Me decepciona que no haya un filtro de calidad viniendo de ustedes, una respetada revista. Si todo el artículo pasa hablando malí¢â‚¬Â¦ Como migueleño, me llena de tristeza ver que antes que nada somos todos un pueblo, y que debería de haberle dado la importancia al carnaval que para nosotros tiene, no hablar mal de él. Bueno, es una lástima, pero ni modoí¢â‚¬Â¦

 

En efecto, el artículo cuestiona algunas ideas que pocas veces se habían cuestionado en la prensa nacional.

 

1. La nota plantea que los carnavalitos se usan con fines partidarios, y eso así ocurre.

2. La nota plantea que el carnaval de San Miguel no es el segundo más importante de América Latina después de Río de Janeiro, y no lo es. Sin salir de Brasil hay muchos otros carnavales mucho más multitudinarios que el migueleño.

3. La nota plantea que el alcalde migueleño llamó í¢â‚¬Å“pasmadoí¢â‚¬Â al ministro de Turismo por no promocionar el carnaval, y así lo llamó.

4. Etc.

 

A lo que voy es que el tema publicado no tiene pecados capitales como la invención, la tergiversación o la manipulación. El debate, si es que lo hay, estaría en el plano de la subjetividad. ¿Debe un periodista echarle flores al carnaval solo por ser algo nuestro, algo salvadoreño? Por lo visto, hay lectores que así lo consideran. ¿Debió la periodista haber buscado solo el lado positivo porque ya demasiadas noticias negativas tenemos?

 

Y saliéndonos del carnaval, ¿un periodista deportivo no debe í¢â‚¬Å“despotricarí¢â‚¬Â cuando informe sobre la selecta aunque juegue mal? ¿Un periodista debe callar que faltan medicinas en los hospitales y fijarse solo en los pacientes que se van satisfechos?

 

Al margen ya del artículo que originó este comentario, ¿sabemos los salvadoreños aceptar críticas, aunque estas sean constructivas?

 

Yo tengo mis respuestas, pero honestamente me gustaría escuchar otras.