Archivo por meses: mayo 2010

La página en blanco

Hoy, al sentarme a escribir el blog me he enfrentado con el síndrome de la página en blanco. Las ideas están en mi mente pero no sé cómo expresarlas.

En vista de tal situación, pensé mejor reflexionar de esté síndrome que no solo puede pasarnos al momento de escribir, puesto que día a día, luego de ponernos en pie, emprendemos una batalla de la que no sabemos cómo saldremos al finalizar la jornada. Muchas veces, hacemos mil y un planes y en nuestro afán de cumplirlos, nos olvidamos de vivir.

En el Salmo 37 dice “pon tu alegría en el Señor y el te dará lo que ansió tu corazón”. Esta cita no la estoy haciendo al azar, pues la enlazo con el síndrome de la página en blanco de la siguiente manera: Iniciamos nuestro día buscando hacer el bien que nos conducirá a nuestra felicidad, pero no sabemos cómo hacerlo; y, nuestras ideas están en nuestra mente, pero no sabemos cómo expresarlas.

Existen ocasiones que nuestras intenciones son las mejores, pero la manera de realizarlas no son las

adecuadas o no las encomendamos al Señor.

Dios sabe como dirigir nuestra vida hacia lo que realmente nos conviene. Los éxitos pasajeros nos dan

felicidad momentánea, pero lo que siempre hemos buscado (la felicidad plena y verdadera) Dios lo da cuando realizamos lo que él tiene en su plan para nosotros.

La página en blanco surge cuando estamos dirigiéndonos por un camino inadecuado. Repito, nuestras intenciones pueden ser las mejores, pero nuestros métodos no. Posiblemente, empecé a escribir sin encomendarme a Dios, posiblemente sí pero no era lo que Nuestro Señor quería que plasmara.

Si no estás recibiendo los resultados que esperabas, reflexiona y busca la mejor manera de hacer las cosas, abandónate en nuestro Creador. Verás cómo la página se empieza a llenar y, en un abrir y cerrar de ojos, podrás ser testigo del poder de Dios.

Versos de un enamorado

Bendiciones amorosas en nombre de Cristo.

En esta oportunidad deseo compartir una pequeña reflexión del evangelio de este domingo. Un evangelio impregnado de diferentes signos. Signos de fidelidad, de amor, de esperanza y de gozo. En este domingo reflexionamos cómo Jesús, totalmente enamorado de su iglesia, da a sus discípulos palabras de aliento ante los tiempos difíciles que estaban por vivir.

Evangelio según San Juan 14,23-29.

Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.

El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.

Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.

Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!
Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.

Jesús, como el buen pastor que es, no deja desamparadas a sus ovejas. Desde siempre, se encargó de prepara a sus discípulos para su partida. Como el amado habla y enamora a su amada, así Jesús habla con sus discípulos y les anticipa todo lo que ha de venir: desde su muerte, pasando por su resurrección hasta su venida victoriosa llena de gloria.

Jesús ama a su iglesia infinitamente. Tanto así que, a pesar de que sabe todo lo que padecerá, no deja de alimentar la esperanza y la fe de sus discípulos. Les alienta hablándoles del amor que él les tiene, y cómo ese amor es el motor que mueve su enseñanza. Es el amor del Padre hacia el Hijo. Un amor que se materializa en los dones y carismas que sólo da el Espíritu Santo.

Amar a Jesús es una decisión. Decidir por el buen pastor que busca verdes praderas para sus ovejas. Es el pastor amoroso que cuida de ellas para que nada les falte. Amarle es tener la firme convicción que él proveerá todo cuanto prometió: Paz, gozo, fidelidad, y sobre todo, una vida eterna y en abundancia.

Ante la tempestad, la duda o la decepción, recordemos el amor de Cristo. Él siempre está pendiente de cada detalle de nuestra vida. Su amor nos sostiene, nos libera y nos da nueva vida. Una vida plena y llena de bendiciones. No vacilemos en el caminar cristiano, pues el día menos pensado, el mismo Cristo nos encontrará cara a cara y nos premiará, no sólo por nuestras obras y nuestra fe, sino también por todo nuestro amor.

La mejor manera de hacer las cosas

Este domingo al regresar a casa, llamó mi atención una escena en la que dos niños discutían sobre cuál de los dos era más importante y poseer una pelota roja que se les resbalaba entre las manos. Esa situación me trajo a reflexión una historia que habla sobre el sol y el viento que discutían sobre cuál de dos era más fuerte.

La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder.
Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas contra él.

-Vas a ver- dijo el viento- como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras.

Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuanto más esfuerzos hacían, el hombre más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando.

El viento encolerizado descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.

Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro.

-Ya ves- le dijo el Sol al Viento- como con la bondad se consigue más que con la violencia.

Querido lector, los seres humanos deberíamos pensar profundamente acerca de nuestras acciones.
Utilizamos la violencia, la ironía, la agresividad y la burla para tratar de lograr nuestros objetivos.

Pero no nos damos cuenta de que, la mayoría de las veces, con esos métodos, son más difíciles de alcanzarlos. Siempre una sonrisa puede lograr mucho más que el más fuerte de los gritos. Y basta con ponerse por un momento en el lugar de los demás para comprobarlo. ¿Preferimos una sonrisa o un insulto?… ¿Preferimos una caricia o una bofetada?… ¿Preferimos una palabra tierna o una sonrisa irónica?… Pensemos que los demás seguramente prefieren lo mismo que nosotros…

Entonces tratemos a nuestros semejantes de la misma manera en la que nos gustaría ser tratados… Así veremos que todo será mejor… Que el mundo será mejor… Que la vida será mejor…