¿A DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

En nuestro querido país, desgraciadamente nos hemos acostumbrado a escuchar sólo malas noticias. La violencia que campea en nuestra nación ha llegado a niveles tales que escuchar que se cometen masacres, desmembramientos, violaciones a veces contra niños y niñas ya casi no nos asombra, no nos cuestiona, no nos interpela ni conmueve, ¡ya casi ni nos importa!.

Irónicamente, somos el único país en el mundo que lleva un nombre cristianizado: El Salvador, lo que equivaldría a decir que somos el país de Jesús de Nazareth, o sea que de entrada habla de la inmensa fe en Dios que tenemos los salvadoreños (as), pero que lamentablemente no estamos dando testimonio de esa devoción, pues de acuerdo con las autoridades, diariamente son asesinadas en promedio 13 personas y cada año supera en cifras al anterior en los fríos pero alarmantes números de muertes violentas. Ya la palabra de Dios dibuja nuestra sociedad actual cuando al referirse a las causas del diluvio universal, dice “la maldad del hombre era grande” (Gen. 6,5).

Hace miles de años, al relatarnos la biblia el primer asesinato de la historia humana, vemos la actitud de Caín cuando Yavé Dios le cuestiona sobre el paradero de su hermano Abel. El Creador le pregunta “¿Dónde está tu hermano?”, el primer homicida y también primer fratricida contesta con desprecio y desinterés: “No lo sé…¿soy acaso el guardián de mi hermano?” (Gen. 4,9).

Esa misma actitud de desinterés adoptamos cuando los medios informativos nos muestran las crudas imágenes de la violencia y cada persona fallecida se convierte para nuestra sociedad en un número o estadística más.

Qué pasaría si Dios se nos presentara hoy y de repente nos preguntara: “¿dónde está tu hermano?”, de seguro le contestaríamos “no tengo hermanos” o esas personas que delinquen o asesinan “no son mis hermanos”, son “animales” y de seguro muchos pensamos que a cada muerte debe, necesariamente que seguirle otra muerte, a imitación de la ya caduca ley del talión: “Ojo por ojo y diente por diente”, la cual Cristo Jesús vino a abolir con la nueva Ley del Amor: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.

Nuestra sociedad, estimados hermanos y amigos, sólo cambiará con esta nueva ley del amor; El Salvador dejará de ser el poco feliz mote de “uno de los países más violentos del planeta” si tan sólo nosotros los salvadoreños tomáramos esa conciencia de que debemos velar por nuestro hermano, por nuestra sociedad, si abandonáramos el individualismo destructivo que no sigue empujando hacia el despeñadero y la cambiáramos por la solidaridad.   En todos nosotros está la solución….

¿Qué opinas al respecto?, espero tus comentarios.

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