Hace un poco más de dos mil años, una joven moza, que apenas rondaba la adolescencia, fue visitada por un arcángel. Fue asà como una joven cuyo nombre parecÃa común ante los demás, dejarÃa el anonimato para ser recordada por la eternidad. Esta joven fue MarÃa, hija de Ana y de JoaquÃn. Ella serÃa desde ese momento parte esencial dentro de la salvación de la humanidad.
Gracias a esa joven, toda la humanidad tuvo la oportunidad de ser salvada y redimida de sus faltas. Sin duda alguna, gracias al sà de MarÃa todos los hombres y mujeres gozamos de una vida en abundancia y, sobre todo, del amor eterno de Dios.
Pero, ¿Qué tal si MarÃa hubiera dicho que no?
Quizás nada de lo que conocemos existirÃa. A lo mejor, ni siquiera nosotros existirÃamos. Pero gracias a un simple sÃ, toda la existencia humana cambió radicalmente.
MarÃa fue una mujer de valor al decir sÃ. Ella no sólo dijo sà porque era la escogida por Dios. Ella dijo sà porque tenÃa una fe inquebrantable. Ella más que nadie sabÃa cuán grande era el poder de Dios en su vida. Eso quedó claramente manifestado en la preciosa oración del magnÃficat, (Lucas 1, 46-55), que elevó al Padre mientras visitaba a su prima Santa Isabel.
MarÃa es, sin duda alguna, la primera cristiana, pues antes de recibir a Jesús en su vientre, lo recibió primero en su corazón. Desde su anunciación creyó en él, en su misión y en todo lo que él representaba para la humanidad. Gracias a su sÃ, nuestro Redentor pudo venir a este mundo, asumir nuestra condición y ser semejante a nosotros en todo menos en el pecado.
Asà pues, aprendamos de MarÃa SantÃsima la humildad, la fidelidad, la mansedumbre y el gozo de decir siempre sà a Dios. Seamos esos cristianos y cristianas de valor que aceptan la voluntad de Dios. Gocémonos en cada detalle de nuestras vidas, y reconozcámonos, al igual que MarÃa, escogidos por Dios desde la eternidad. Aprendamos desde hoy a decir sà hasta el final.
En mi vida he sentido fuertemente la presencia de la Madre de Dios, especialmente en los momentos más difÃciles. Los católicos reconocemos que Jesús es el único intercesor ante Dios Padre, pero podemos recurrir a MarÃa para que ella interceda por nosotros ante Jesús, y asà Jesús interceda ante Dios Padre. Es verdad que podrÃamos ir directamente a Jesús, pero vemos en el Evangelio que el primer milagro que hizo Jesús fue por intercesión de su Madre, a pesar de que aún no habÃa llegado su hora de empezar con sus milagros, convirtiendo el agua en vino en las bodas de Caná. Esto nos ilustra sobre el poder que tiene la Virgen SantÃsima, y el amor infinito con que Jesús atiende el llamado de su Madre en favor de nosotros.
También quiero comentar que la primera parte de la oración del Ave MarÃa está escrita en la biblia, de tal manera que cuando rezamos el Ave MarÃa repetimos los versÃculos del Evangelio. Ave significa saludo, es una abreviación de Salve, el cual es un saludo en LatÃn. cuando rezamos “Dios te salve MarÃa” lo que estamos diciendo es “Dios te saluda MarÃa”. De esta forma repetimos las palabras del Arcangel San Gabriel “Dios te saluda MarÃa llena eres de Gracia, el Señor está contigo”. Y luego continuamos rezando con otra cita del Evangelio, cuando la Virgen MarÃa va a ayudar a su prima Isabel que está en cinta esperando el nacimiento de su hijo Juan bautista, ell le dice a MarÃa “bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”.
Debemos llenarnos de alegrÃa y de mucha fe cuando hablamos con MarÃa porque es nuestra mejor intercesora ante su hijo Jesús. Si yo confÃo en que mis parientes y hermanos cristianos pueden hacer oración por mÃ, y pido que oren por mi en los momentos de dificultad, confiando en que el Señor va a escuchar sus oraciones, con mucha mayor razón debo confiar en que Jesús va a escuchar las súplicas de su propia Madre. Esta ha sido la historia de la Iglesia a través de los siglos, sin MarÃa no hubiera nacido Jesús, de tal manera que el cuerpo y sangre de Jesús eran cuerpo y sangre de MarÃa. La biblia nos dice que por la sangre de Jesús hemos sido salvados en la cruz, por lo que debemos recordar que esa sangre era la sangre de MarÃa, porque él se formó en su vientre. Por su puesto que MarÃa no es diosa, ni tampoco la adoramos, simplemente la veneramos, lo cual significa tener un respeto profundo, porque ella es la Madre de Dios.
Me converti al Catolicismo hace no muchos anhos gracias a el testimonio de unos misioneros que conoci que hacian votos de pobreza. Me impresiono como llevaban una vida tan sencilla, su humildad y sus corazones llenos de amor. No entendia entonces como la ayuda de la virgen, era tan especial para ellos. Me tomo tiempo despues de mi conversion entender a Maria (por mucho tiempo fui cegado por ‘hermanos’ que aunque sin mala intencion no me ensenharon a ver a Maria como a una Madre). Gracias a los excelentes libros de Scott Hahn, Cardenal Newman, etc pude comprender el rol de Maria en el plan de Salvacion. Y ahora me uno al coro de millones de cristianos para decirle “Dios te Salve Maria llenas eres de Gracia” Gracias por haber dicho SI sabiendo el dolor en el corazon que tendria que sufrir, gracias por darnos a tu hijo.