La mies es abundante y los obreros pocos

Que la paz de Cristo reine en tu corazón.
Antes que nada comentar sobre la situación actual que estamos viviendo. Hermanos, es increíble que el corazón humano sea capaz de generar tanta maldad y violencia. Me resulta inexplicable el actuar de muchos delincuentes que asesinan sin piedad. Los secuestros cada día son más comunes y los asaltos a mano armada, el pan de cada día. ¿Acaso no te das cuenta que no haces nada? No pienses que esta pregunta es dura. Es la realidad. Es normal preguntarnos qué estamos haciendo tú y yo por cambiar esta situación, para darnos cuenta que no estamos haciendo nada. Hoy te hago la invitación a orar todos los días un minuto a las ocho de la noche. Pide por el cese de la violencia en nuestro país y el mundo entero. Recuerda que para Dios no hay imposibles y Él puede guiar con amor a tantos corazones duros por el camino del bien.

Ahora, en materia del acostumbrado blog de los viernes. Reflexionemos un poco sobre el evangelio de este primer domingo de julio.

Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20.
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ‘¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca’. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”.
El les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.

Palabra del Señor, Gloria y Honor a ti Señor Jesús.

Detenerme nada mes en algunos puntos.

“El Señor designó otros 72 y los envió por delante de dos en dos a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir”.
San Lucas es el único que cuenta esta jornada. Ya no son los 12 apóstoles los que van a misionar, sino 72 discípulos más. Jesús va entrenando a sus futuros evangelizadores. Hay que echarles al agua para que aprendan a nadar. Hay que ir practicando. De dos en dos, porque el ir acompañado anima y defiende. Todos los maestros de apostolado han seguido siempre esa práctica: enviar a sus jóvenes discípulos a entrenarse en el apostolado, de dos en dos, por tierras alejadas, para que experimenten que sí pueden, con la ayuda de Dios, convertirse en evangelizadores y lograr cambios y conversiones.
A los sitios a donde pensaba ir:
Así cuando Jesús llegaba a algún lugar ya la gente estaba preparada para escuchar sus mensajes y recibir sus admirables favores.
Muchos de nuestros jóvenes catequistas pueden ir preparando las almas para que Jesucristo les hable. No tengamos miedo en lanzar a la gente joven al apostolado. Nada consigue tantas vocaciones como encaminar a la juventud a hacer apostolado.
“Y les decía: La mies es abundante y los obreros pocos. Rueguen pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.
Pocas oraciones que agraden tanto a Dios como aquella que le dirigimos para que nos envíe santas y numerosas vocaciones para el sacerdocio, para la vida religiosa y para el apostolado laical. Le agrada porque Jesús ordenó que la hiciéramos.
Para finalizar y haciendo énfasis en el párrafo anterior, te pido que eleves con todo tu corazón la siguiente oración:

¡Oh, Jesús, Pastor Eterno de las almas!
Dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad.
Danos vocaciones. Danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la intercesión de Santa María de Guadalupe, tu dulce y santa Madre.
¡Oh, Jesús, danos sacerdotes y almas consagradas, según tu corazón!

2 pensamientos en “La mies es abundante y los obreros pocos

  1. Ana María Viana Durán

    La Gracia de Dios lo acompañe siempre. En el evangelio de este domingo el Señor nos dice a los laicos que vayamos a predicar, que evangelicemos, que hagamos vida su palabra, que le sirvamos con un apostolado dentro de nuestras parroquias, porque somos iglesia viva. Tenemos un compromiso ya que desde el bautismo recibimos la unción del Espíritu Santo.

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  2. nelson salalatiel barrientos

    Que Dios lo colme de muchas más bendicones y este proyecyo es importante para nosotros los cristianos católicos

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