Lo tortuoso será recto

Querido lector, para este domingo 9 de diciembre encontramos en la lectura del santo Evangelio según san Lucas (3, 1-6) una clave para nuestras vidas. Un mensaje listo para que lo interioricemos y recibamos la gracia santificadora de Dios.
En el año décimo quinto del reinado de César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías. Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías: Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Acá encontramos una respuesta a las muchas preguntas que ante las dificultades de nuestra vida hacemos a Dios. En manera concreta, podemos decir que Dios es la solución a todas nuestras desventuras, que es la paz en nuestra tormenta y nuestra agua en el desierto. Si buscamos decirlo de otra manera nos referimos al texto bíblico que acabamos de leer: Todo valle será rellenado, montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.
Todo vacío y rencor que hay en tu corazón por un maltrato físico o psicológico será rellenado. Cualquier montaña de divorcio, deudas económicas o depresión serán rebajados. Los hijos o cónyuges que andan en caminos de vicios adicciones volverán al camino recto. Todo lo que te quita la paz no existirá más. Como hemos escuchado y leído: Jesús es el camino, la verdad y la vida. Solo necesitamos abandonarnos a Él para que obre en nuestra vida.
En este tiempo de adviento, en realidad preparemos nuestro corazón para que el Niño Dios nazca en Él. Pongamos de nuestra parte para que cualquier rencor sane. Elimina el odio y deja espacio para que entre el amor salvífico de Jesús.

catholic.net

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