Archivo para diciembre 15th, 2008

15 Dic 2008 Los callos
 |  Categoría: Viajes  | Tags: ,  | 3 comentarios

Vengo tarde. Este blog lleva varias semanas de existencia y esta es la primera vez que voy a escribir. No tengo excusas, así que dirijo a los lectores las disculpas del caso por la tardanza.

De lo que quiero reflexionar es de los callos. Ese pellejo duro que sale en cualquier parte de los pies o de las manos. Yo, por principio estético, los odio. Y los odio porque los he tenido. Me salía uno en el dedo mayor de la mano derecha cuando en el colegio tenía que escribir páginas y páginas de teorías que ni recuerdo y que creo que no necesito. Me salieron en  los pies cuando me embutí en esos tacones de aguja destalonados y de punta estrechísima. Y me salen ahora en la parte de atrás de la muñeca derecha por deslizar el ratón de la computadora. Los callos son eso, protección, defensa ante algo que con constancia lastima.

Lo que pasó fue que los tres meseros me decían al mismo tiempo y en un leguaje que entendía a medias que me fuera del restaurante. Pocas veces me he sentido tan vulnerable, tan sola, y tan profundamente dañada en mi integridad. Yo quería agua, y al parecer uno no puede sentarse en un restaurante de los Campos Elíseos, en París, solo para pedir agua.

No sé por qué los meseros hicieron eso. No les pregunté. Y la verdad, a estas alturas, el hecho mismo no es lo que me llama la atención.

Cuando conté mi episodio a otros franceses. La explicación que más escuché fue esa que tiene que ver con mi color de piel. í¢â‚¬Å“Es que eres negritaí¢â‚¬Â, fue la que con más gracia y diplomacia me dijeron. Eso es lo que me llama la atención. A estas alturas del siglo, ¿cómo es posible que la explicación más frecuente para un hecho como el descrito tenga que ver con la piel?

Yo sé que soy negrita, solo que no pienso en eso como algo que pueda traer problemas. No suelo pensar ni en eso, ni en mi acento, ni en mi nacionalidad como cosas por las que alguien me pueda lastimar. Nunca había tenido que pensar en tener callos en esas áreas.

Y por eso no disimulé mi asombro al oír toda clase de historias de lo que otros í¢â‚¬Å“negritosí¢â‚¬Â latinos o marroquíes o árabes probablemente han tenido que pasar por esos lados.

París fue la semana pasada sede de la conmemoración del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por eso, y no por otra cosa, anduve por ahí. En la ceremonia, los discursos de personalidades de la talla de Mary Robinson y Jimmy Carter fueron fuertes. Pero al margen de todas las palabras y las imágenes acerca de la lucha de muchos por reivindicar la dignidad humana, nada me conmovió más que el pensar que, al parecer, en esos lados, la gente como nosotros todavía necesita armarse de callos para protegerse. Porque lo más seguro es que ante cualquier cosa fea que les suceda, la explicación más frecuente que van a escuchar va a tener que ver con su acento, su nacionalidad o su piel.