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24 Abr 2009 Sobre la edición del 26 de abril

¿Qué hace alguien cuando debe enterrar a un familiar pero no tiene para pagar los gastos que genera un entierro? No son pocos los salvadoreños que se habrán encontrado en una situación como la planteada, con visos de surrealismo. Uno de ellos fue Pedro González, un vendedor informal de Apopa que hace un par de años se vio con el cadáver de su esposa en casa y sin dinero para sepultarla. Si quiere conocer qué hizo, les invito a leer la crónica que para la edición del próximo domingo nos preparó Rossy Tejada.

Surrealista se puede catalogar también el número de homicidios que ocurre cada día en El Salvador: doce diarios en promedio desde que arrancó 2009 en un país donde no llegamos a los seis millones de habitantes. Cifras tan escandalosas que me atrevo a afirmar que hasta los medios de comunicación, y la sociedad en general, nos hemos insensibilizado ante tanto drama. En su crónica titulada From Iowa to Ilopango, Glenda Girón nos dará una buena sacudida.

En el plano internacional, dos entregas: una es un reportaje sobre el escritor chileno Roberto Bolaño, quien falleció en 2003 sin mucho ruido y es ahora cuando se le está reconociendo su talento y sus novelas se venden como pan caliente; y la otra es una entrevista con Clara Rojas, la colombiana que fue secuestrada junto a Ingrid Betancourt.

Nos cupo un quinto tema para la edición del 26 abril, que les recomiendo efusivamente: son las imágenes que el fotoperiodista estadounidense Patrick Farrell tomó en Haití el año pasado. Esta semana fueron galardonadas con el Premio Pulitzer.

Esperamos que la disfrute. Es para lectores como usted.

06 Mar 2009 Un cementerio que vive

En las últimas semanas me la he pasado entre vivos y muertos. Platicando con unos, merodeando cerca de los otros. Y todo en una misma comunidad, en un mismo camposanto. Esta es la comunidad Colinas, la que habita al interior del cementerio general de Antiguo Cuscatlán, y tema principal de una de las crónicas que saldrán publicadas en la edición de este domingo.

La comunidad lleva años ahí. Su caso no es nuevo; al contrario, ha sido materia prima de notas periodísticas y un documental en los últimos años. En mi primera visita me encontré con Alejandra Sánchez, una octogenaria que fundó la comunidad junto a su suegra Arcadia Valdez hace unas seis décadas. Otros fundadores también siguen ahí.

Comunidad Colinas de Cuscatlán

Alejandra es uno de los personajes destacados de la crónica y con ella se recrean escenarios que forman parte de la dinámica de la comunidad. Escenas que resultaron clave para el relato, como cuando Alejandra me pidió que la acompañara a visitar a su esposo Jesús. Esa escena dejó al descubierto el arraigo que sus habitantes sienten por este lugar y descubrí que ese es un sentimiento que une a estas familias, además de las carencias. Aquí se tiene más temor al vivo que al muerto. Luego de un reporteo intenso, me atrevo a afirmar que la crónica redescubre la comunidad del cementerio. 

¿Había oído hablar antes de la comunidad que vive en el cementerio de Antiguo Cuscatlán?

05 Mar 2009 Sobre la edición del 8 de marzo

¿Vivir en un cementerio? Más de uno pensará que es lo más bajo en lo que podría caerse en cuanto a indignidad de la vivienda. En Antiguo Cuscatlán, el municipio que siempre se pone como ejemplo ejemplar, esta situación está ocurriendo: una comunidad entera formada por más de 300 personas habita dentro de su cementerio. El caso no es nuevo, ni mucho menos, llevan ahí desde mediados del siglo pasado; además, ha sido filón recurrente para el periodismo, el lugar ideal para poner rostros a la necesidad. La periodista Rossy Tejada, quien hoy se estrena en la revista, estuvo dos semanas entre sus vecinos, platicando, intimando, y descubrió que vivir entre muertos no es un problema tan grande cuando lo que hay fuera es un país violento como pocos.

La edición incluye también un reportaje de ocho páginas que repasa los últimos 20 años del rock nacional. De Broncco a La Pepa, de Adhesivo a Lliclovt, se trata de una detallada recopilación de testimonios en la que se cuenta cómo fue el antes, el durante y el hoy del movimiento roquero guanaco. El título es bastante explícito: í¢â‚¬Å“El volcán dormido del rock nacionalí¢â‚¬Â.

Y de estos dos temas, los locales, nos vamos a México y a la Conchinchina. Lo de México es un reportaje gráfico sobre las conmemoraciones que cada año se realizan por el aniversario del asesinato de Cuauhtémoc a manos de los conquistadores. Lo de la Conchinchina es una crónica en la que el chileno Juan Pablo Meneses nos lleva de paseo a ese lugar que el uso popular del idioma español presenta como lo más lejano que se pueda concebir, pero que existe en realidad, con sus calles, sus motocicletas y sus arrozales.

Esperamos que la disfrute. Es para lectores como usted.