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06 Mar 2009 Un cementerio que vive

En las últimas semanas me la he pasado entre vivos y muertos. Platicando con unos, merodeando cerca de los otros. Y todo en una misma comunidad, en un mismo camposanto. Esta es la comunidad Colinas, la que habita al interior del cementerio general de Antiguo Cuscatlán, y tema principal de una de las crónicas que saldrán publicadas en la edición de este domingo.

La comunidad lleva años ahí. Su caso no es nuevo; al contrario, ha sido materia prima de notas periodísticas y un documental en los últimos años. En mi primera visita me encontré con Alejandra Sánchez, una octogenaria que fundó la comunidad junto a su suegra Arcadia Valdez hace unas seis décadas. Otros fundadores también siguen ahí.

Comunidad Colinas de Cuscatlán

Alejandra es uno de los personajes destacados de la crónica y con ella se recrean escenarios que forman parte de la dinámica de la comunidad. Escenas que resultaron clave para el relato, como cuando Alejandra me pidió que la acompañara a visitar a su esposo Jesús. Esa escena dejó al descubierto el arraigo que sus habitantes sienten por este lugar y descubrí que ese es un sentimiento que une a estas familias, además de las carencias. Aquí se tiene más temor al vivo que al muerto. Luego de un reporteo intenso, me atrevo a afirmar que la crónica redescubre la comunidad del cementerio. 

¿Había oído hablar antes de la comunidad que vive en el cementerio de Antiguo Cuscatlán?

29 Nov 2008 La política y el polvo

El polvo es sucio; la política, a veces, también. Este es un adelanto del reportaje ‘Promesas a cambio de votos’ del domingo 30 de noviembre.

Soyapango, por su nombre, sugiere mucho para una campaña electoral. í¢â‚¬Å“Tierra de las banderas de palmaí¢â‚¬Â, significa en náhuat. En este tiempo í¢â‚¬â€œaún tibio- de rivalidades y fervores políticos, recorrer las calles de esta ciudad dormitorio implica vislumbrar manchas partidarias a diestra y siniestra, incluso en las marginales, y el predio frente al Hospital Lamatepec, sobre el Bulevar del Ejército, invadido hace casi un año, no es la excepción.

El 1 de diciembre de 2007, las fábricas a la altura del kilómetro 3½ de la Panamericana amanecieron con 500 familias como nuevos vecinos. En pocos días, eran 1,000. Venían sobre todo de Cuscatlán, de Cabañas y del Gran San Salvador; huían del alquiler asfixiante, del hacinamiento en las posadas, de las pandillas y de la delincuencia. Construían con bambú, madera, plásticos, clavos; inventaban calles, pasajes; bautizaban comunidades y sectores. Nacía una comunidad.

El panorama no ha cambiado desde entonces a excepción de la las champas que ahora están divididas en cuatro comunidades y ya muchas son de lámina. José Alfonso Alfaro, con sus 60 años a cuestas, ya aprendió a vivir así y aprendió que a la suerte í¢â‚¬â€œél la llama bendición- hay que apretarla cuando apenas se le vea la cola… y venga de donde venga, así sea de un partido político. Hace tres décadas ganó dinero mientras impulsaba la campaña del PCN por la alcaldía de Santa Tecla, en La Libertad. El candidato de entonces ganó pero, según recuerda Alfaro, se olvidó de quienes lo llevaron a la silla. Tuvo trabajos similares con ARENA y hace unos meses viajó a Venezuela casi a ciegas, patrocinado por el FMLN y la Operación Milagro, y regresó con una vista que aún le asusta.

í¢â‚¬â€Meterme en política ya no. Aquí lo que hay son necesidades y una fe en Dios que nos mantiene en alto. Porque la verdad, varón, es esta: los políticos solo nos usan de escalera, pero si traen ayuda, bienvenida sea. 

Alfaro levanta la vista y observa, en lo alto de las champas, las banderas azules, rojas y tricolor que han sido puestas o impuestas. Hay candidatos que admiten haberse acercado pero en son de í¢â‚¬Å“humanismoí¢â‚¬Â, nada que ver í¢â‚¬â€œdicen- con las elecciones.

***

La noche de jueves 27, con el tema ya cerrado, asistí, encubierto, a una reunión entre los usurpadores del predio con uno de los candidatos a quienes le reclamaron la poca claridad de las promesas hechas. El candidato, que ha ofrecido un terreno alternativo, insistió en que todo es verdad. Pero el viernes por la mañana, cuando regresé al predio, mis conocidos seguían tensos. Todavía tienen dudas de que, en efecto, el candidato vaya a cumplir y anteponiéndose a eso, ya se preparan para el peor escenario: el del desalojo. ‘De aquí nadie nos mueve, ya me desalojaron una vez, en 1991, pero ahora no tengo miedo. Nos tienen que cumplir o vamos a tomar otras medidas’, dijo una de las líderes de la comunidad.’

Espero sus comentarios, en especial, el de Manuel Molina, quien amablemente nos hizo saber vía correo electrónico, entre otros asuntos, su interés en esta publicación.