Archivo por meses: abril 2010

Resolver tus problemas

Un cordial saludo de paz.

Comparto contigo una bella reflexión sobre cómo resolver nuestros problemas.

Antes, leamos juntos el evangelio de este domingo 18 de abril, tomado de San Juan 21, 1-19, donde encontraremos esas respuestas.

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:
estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”.
El les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”.
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres”, porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.

Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. El le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”.
Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.

Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.

Hoy, quiero detenerme sobre la frase “tiren las redes a la derecha”. En muchas ocasiones, nos encontramos en situaciones difíciles de diferente índole. Sabemos que Jesús puede ayudarnos y le buscamos. Sin embargo, a veces actuamos como esos apóstoles que decidieron qué hacer, bajo sus propios medios y no encontraron nada.

A nosotros nos puede pasar eso en nuestra vida. Queremos salir de una situación crítica y buscamos hacerlo; pero lo realizamos a nuestra manera, olvidándonos que la salida a nuestros problemas la tiene Cristo.

La invitación es para que escuches las palabras de Jesús que te está indicando el camino que debes seguir. No esperes a que el cielo se abra y escuches una voz profunda dándote las indicaciones para resolver tu problema. Recuerda que Dios se manifiesta en cada hermano o hermana que te rodea. Las palabras que necesitas oír las puedes obtener de quien menos te esperas, solo tienes que aprender a escuchar.

El que nada debe, nada teme

Un cordial saludo

Voy a dejar de lado un poco los textos de los que acostumbro escribir. Quiero discutir un tema que está dando mucho de que hablar y del que poco se hace. Por supuesto, unida a mi opinión comparto lo que nos dice la palabra de Dios ante tal situación.

Desde hace mucho tiempo se ha venido hablando de la Ley de Acceso a la información y de las escuchas telefónicas. Creo que no hay ningún medio de comunicación que no haya realizado alguna entrevista o análisis súper estructural, coyuntural o comparativo, sobre la situación.

Las versiones y puntos de vista transitan por el aire como hojas de papel. La verdad es que creo que solo se está dejando pasar el tiempo para no concretar nada.

Hay algo que analizar. Existe una frase que dice: El que nada debe, nada teme. Creo que se ajusta perfectamente a esta situación. Si nuestros funcionarios están administrando bienes del pueblo y están ahí porque el pueblo los eligió, ¿por qué tener miedo a que nos investiguen? Si no tenemos nada que ocultar, pienso que no hay ningún problema en que sea así.

Pienso que una de las bases en el éxito de todo proyecto es la transparencia y cómo no lo va a hacer en el quehacer estatal.

Fundamentando mi argumento a la luz de la palabra, encontramos en Efesios 5,10-13, Aprobad lo que es agradable al Señor y no tengáis ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas; sino más bien, denunciadlas. Porque da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto.

Nada más claro, recto y justo que la palabra del Señor. Pienso que es momento de actuar, ponernos firmes y realmente hacer algo por el bien de nuestro pueblo que cada día es flagelado por tanto crimen que se comente.

Ya no nos cubramos más y hagamos algo por El Salvador. A ti te digo: Ora por tu familia, educa bien a tus hijos y entrega tus obras al Señor para que la recompensa sea grande y justa.

Que la bendición del Señor te acompañe…

Dichosos los que crean sin haber visto

Un afectuoso saludo en la Paz de Cristo

En esta ocasión, quiero compartir una breve reflexión del evangelio de este domingo. Recordemos que no podemos caminar sin la luz de la Palabra de Dios.

Para que estemos en la misma sintonía, adjunto la lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: – «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegria al ver al Señor. Jesús repitió: – «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: – «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: – «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: – «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: – «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: – «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: – «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: – «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor, Gloria y honor a ti Señor Jesús.

Es interesante la actitud de Santo Tomás: No creer hasta no ver. En muchas ocasiones, nosotros pecamos de la misma manera y buscamos que Dios nos dé grandes muestras de su inmenso poder, olvidándonos que solo el hecho de abrir los ojos cada mañana es un milagro de Dios.

Ante la actual y mil veces trillada crisis, nos preguntamos, por qué Dios no elimina a todos los delincuentes y asesinos, o por qué todo parece que va de mal en peor. Queremos, como Santo Tomás ver una catástrofe o un hecho de inmensas magnitudes para creer que Jesús todavía vive, habita entre nosotros y puede transformar nuestra vida y nuestra sociedad si le dejamos hacerlo. Lo pasa es que nos hemos vuelto ciegos y queremos creer solo lo espectacular o lo fuera de serie, como que si Dios fuera un protagonista de un Reality Show o algo por el estilo.

Querido lector o lectora, siempre que la duda invada nuestra vida, pensemos en lo que dijo Jesús: Dichosos los que crean sin haber visto. La verdad es que no tenemos que buscar más, pues las respuestas están a nuestro alcance, levanta la mirada, observa por tu ventana. Todo lo que ves es obra del Señor nuestro Dios, quien nos protege cada día de mil y un peligros, el que vive y reina aunque muchos no crean el Él.

Si hay algo de Santo Tomás que debemos llevar a nuestra vida es no decir y hacer actos de fe sin saber lo que se está haciendo realmente. Vivamos nuestra fe por convicción personal no porque nuestros familiares nos obligan o por tradición. Descubre a Jesús por tu propia cuenta y comparte con todos los que te rodean esta buena nueva.

Sabes, creo que de alguna manera, este blog se ha vuelto en motivo de bendición para muchos. Te invito a anunciar la Palabra de Dios, enviando a tus contactos el link para que conozcan este sitio y lo que Jesús les quiere decir.

No tienes que dejarlo todo y olvidar tus responsabilidades para cumplir el mandato de Cristo de ir por el mundo y anuncia el Evangelio. Bastan detalles de caridad para con el prójimo, para demostrar que Jesús habita en nuestro corazón.

Cree. Jesús está vivo, te conoce y te ama desde la eternidad.

Con afecto:

Padre Martín.

Una verdadera Resurrección Personal

Año con año, la Pascua es sinónimo de alegría, gozo y esperanza en Cristo Resucitado. Un Cristo vivo que cumple lo que promete, pues él es capaz de hacer lo que dijo que haría. Es capaz de hacer eso y mucho más si somos dóciles a su enseñanza y creemos en él.

Después de un periodo de meditación, purificación y conversión a través de toda la Cuaresma, la Pascua se nos presenta como el paso de fe que nos lleva a una verdadera resurrección personal. Es durante la Pascua cuando debemos de reconocer que ya no somos los mismos, que nuestra vida ya no es igual, que nuestro caminar con Cristo será de ahora en adelante diferente. Diferente, nuevo y mejor.

Si bien Cristo murió en la cruz y con él murieron todas nuestras faltas, con Cristo resucitado renace nuestra vida. Renace ese hombre y esa mujer de espíritu nuevo, de propósitos y anhelos nuevos. Con su muerte recibimos vida y vida en abundancia. Una vida que debemos encaminar hacia el bien, hacia la búsqueda de la perfección constante y el abandono en la voluntad del Padre.

Todos y todas estamos llamados a ser testigos de la presencia viva de Jesús en nuestras vidas. Estamos llamados a contemplarle en el silencio del sepulcro.

Estamos llamados a verle cara a cara, así como María Magdalena fue testigo del esplendor y la gloria de su resurrección. Ser testigos de su presencia viva e inigualable en nosotros.

En esta época de regocijo debemos ser portadores vivos de esa buena nueva. Tenemos que ser como Cristo, piedras angulares de la construcción del Reino aquí en la tierra, dando nuestro testimonio de fe y de vida. Una vida renovada y llena del Espíritu Santo. Reflejemos al mundo la paz, el gozo y la dicha de ser testigos de Dios.

¡Felices Pascuas de Resurrección!