Archivo para ◊ marzo, 2009 ◊

06 Mar 2009 Un cementerio que vive

En las últimas semanas me la he pasado entre vivos y muertos. Platicando con unos, merodeando cerca de los otros. Y todo en una misma comunidad, en un mismo camposanto. Esta es la comunidad Colinas, la que habita al interior del cementerio general de Antiguo Cuscatlán, y tema principal de una de las crónicas que saldrán publicadas en la edición de este domingo.

La comunidad lleva años ahí. Su caso no es nuevo; al contrario, ha sido materia prima de notas periodísticas y un documental en los últimos años. En mi primera visita me encontré con Alejandra Sánchez, una octogenaria que fundó la comunidad junto a su suegra Arcadia Valdez hace unas seis décadas. Otros fundadores también siguen ahí.

Comunidad Colinas de Cuscatlán

Alejandra es uno de los personajes destacados de la crónica y con ella se recrean escenarios que forman parte de la dinámica de la comunidad. Escenas que resultaron clave para el relato, como cuando Alejandra me pidió que la acompañara a visitar a su esposo Jesús. Esa escena dejó al descubierto el arraigo que sus habitantes sienten por este lugar y descubrí que ese es un sentimiento que une a estas familias, además de las carencias. Aquí se tiene más temor al vivo que al muerto. Luego de un reporteo intenso, me atrevo a afirmar que la crónica redescubre la comunidad del cementerio. 

¿Había oído hablar antes de la comunidad que vive en el cementerio de Antiguo Cuscatlán?

05 Mar 2009 Sobre la edición del 8 de marzo

¿Vivir en un cementerio? Más de uno pensará que es lo más bajo en lo que podría caerse en cuanto a indignidad de la vivienda. En Antiguo Cuscatlán, el municipio que siempre se pone como ejemplo ejemplar, esta situación está ocurriendo: una comunidad entera formada por más de 300 personas habita dentro de su cementerio. El caso no es nuevo, ni mucho menos, llevan ahí desde mediados del siglo pasado; además, ha sido filón recurrente para el periodismo, el lugar ideal para poner rostros a la necesidad. La periodista Rossy Tejada, quien hoy se estrena en la revista, estuvo dos semanas entre sus vecinos, platicando, intimando, y descubrió que vivir entre muertos no es un problema tan grande cuando lo que hay fuera es un país violento como pocos.

La edición incluye también un reportaje de ocho páginas que repasa los últimos 20 años del rock nacional. De Broncco a La Pepa, de Adhesivo a Lliclovt, se trata de una detallada recopilación de testimonios en la que se cuenta cómo fue el antes, el durante y el hoy del movimiento roquero guanaco. El título es bastante explícito: í¢â‚¬Å“El volcán dormido del rock nacionalí¢â‚¬Â.

Y de estos dos temas, los locales, nos vamos a México y a la Conchinchina. Lo de México es un reportaje gráfico sobre las conmemoraciones que cada año se realizan por el aniversario del asesinato de Cuauhtémoc a manos de los conquistadores. Lo de la Conchinchina es una crónica en la que el chileno Juan Pablo Meneses nos lleva de paseo a ese lugar que el uso popular del idioma español presenta como lo más lejano que se pueda concebir, pero que existe en realidad, con sus calles, sus motocicletas y sus arrozales.

Esperamos que la disfrute. Es para lectores como usted.

03 Mar 2009 El favorito

Una persona suele tener claras ciertas preferencias como el sabor favorito en postres, el color favorito, la comida favorita o incluso el programa de televisión favorito.

Pero cuando se trata de libros, la respuesta no siempre es tan sencilla. Algunos enumeran la lista casi completa de los que han caído en sus manos. Otros hacen coincidir al último que leyeron con su favorito. Y hay unos í¢â‚¬â€œlos más- que se remontan a su paso por el bachillerato para sacar de ahí alguno del que recuerden título, autor, argumento o lo que sea.

La lectura en El Salvador es pobre. Eso han dicho ya los pocos estudios que al respecto se han hecho. En la última encuesta de hábitos de lectura de alumnos de bachillerato, realizada por la Universidad José Matías Delgado, aparece que los libros más leídos por iniciativa propia son ‘La Ilíada’ y el ‘Popol-Vuh’, en ese orden de preferencia. Y lo que los estudiantes responden a la pregunta de í¢â‚¬Å“¿qué libros ha leído por obligación?í¢â‚¬Â es no menos que sospechoso: el ‘Popol-Vuh’ se queda con el primer lugar y ‘La Ilíada’ con el segundo.

Los síntomas de nuestra tan arraigada falta de ganas de leer son variados. A esta revista han llegado mensajes en los que se advierte como un problema la extensión de los textos. El escritor nacional se mete al negocio con completo conocimiento de que no se hará rico. Y en las librerías y bibliotecas saben que el lleno total es una utopía o, en el mejor de los casos, algo que se da en muy raras ocasiones.

El tema es rico en aristas, personajes y escenarios. Pronto, en Séptimo Sentido será publicado un trabajo periodístico que es el resultado de varias semanas de reporteo. Pero antes, quise responder a eso del libro favorito. Confieso que la etapa en la que más leí fue cuando estuve en la universidad. De ahí en adelante, el tiempo para esta actividad se me ha ido reduciendo hasta casi no existir. De todos modos, después de un buen rato de meditación, decidí que mi favorito es ‘La Tregua’. Me gusta la crudeza de la cotidianidad que crea Mario Benedetti.

Si usted ya decidió cuál es su favorito, lo invito a que nos lo recomiende.

 

 

01 Mar 2009 El temor inexplicable
 |  Categoría: Reflexiones  | Tags: , , ,  | 2 comentarios

Dicen que los periodistas, cuando se reúnen entre ellos, solo saben hablar de periodismo. Estoy convencido de que, como toda generalización, la afirmación está plagada de excepciones. Pero en mi caso particular, así ocurre. La mayoría de mis amigos y conocidos salvadoreños son periodistas, y casi siempre en nuestras pláticas se cumple la máxima con la que arranca este párrafo.

 

El pasado viernes no fue la excepción. Un colega y amigo llamado Carlos Martínez (que trabaja en el periódico digital El Faro) y yo tuvimos que soportarnos durante buena parte de la noche. El grueso de lo discutido, obvio, el periodismo. Y de todo lo que hablamos hay un punto que me gustaría compartir con ustedes: el temor que se siente a veces en esta profesión. No me refiero a amenazas o maltratos de parte de las fuentes, que por fortuna no son tan habituales en El Salvador ocmo en otros países. Ambos hablábamos de un temor más subjetivo, menos evidente, un temor que uno puede incluso evitar porque es el periodista quien lo busca, un temor que rara vez se comparte en una plática, un temor difícil de explicar con palabras.

 

Por contar una buena historia uno es capaz de afrontar riesgos que van más allá de lo que le exigen su contrato o su jefe. Dar ese paso cuesta, a veces: es irse solo a la colonia más recóndita y mísera de una ciudad desconocida, o subirse en marcha al último tren lleno de migrantes, o hacer esa pregunta que sabemos que enojará al entrevistado de turno, o citarse con un marero.

 

En lo que ambos coincidimos es en la dulzura de la sensación que se tiene cuando uno vences las dudas. Hablemos de la situación que hablemos, pocas sensaciones son más amargas que quedarse con las ganas de preguntar o de conocer… cuando a uno se desvive por esta profesión que Gabriel García Márquez definió como el oficio más bello del mundo.