Archivo para ◊ 2009 ◊

24 Nov 2009 En la República del miedo

Escribir sobre las muertes de motoristas y cobradores del transporte público salvadoreño a manos de lo que se presume son pandilleros es un reto que por fuerza debe conducir a un reflexión de cómo se hace periodismo sobre el tema en El Salvador.

Combinar las palabras extorsión, pandillas, transporte público es ya causa de aflicciones, nervios, paranoias, miedos. Hay riesgos y muchos. Y de todos ellos el periodista debe estar consciente para no ponerse en riesgo y para no poner en riesgo a otros. En este tipo de temas, qué triste, el anonimato, las citas en lugares neutros, la promesa de que no habrá imágenes ya no sirven de nada.

‘Yo de eso no puedo hablar’, me decía un motorista que conocí hace días. ‘De cualquier otra cosa, con gusto, pero usted debe comprender, me tengo que cuidar, sino, nadie lo va a hacer’. Su voz sonaba acongojada al otro lado del auricular. Me di cuenta que la confianza que nos teníamos no llegaba a tanto como para que me contara las generalidades del mundo de las extorsiones. íƒâ€°l tenía razón; y así, como tantos otros con los que intenté hablar. El motorista lanzó una última advertencia: ‘Usted también tiene que cuidarse, el que anda en estos temas corre peligro… sino, mire lo que le pasó al compañero de ustedes, a Poveda’.

Es obvio pensar que si el busero que está siendo extorsionado no denuncia ante la Policía, ¿cómo va a sentarse frente a una grabadora y a alguien que dice ser periodista con la tranquilidad de que este no lo traicionará y que al día siguiente no va a ver su nombre publicado en miles de periódicos?

De todas maneras, logré a hablar con gente del negocio del transporte y alguna que otra autoridad de seguridad competente. Pero motoristas o cobradores ninguno. Todos tienen miedo. De lo que pude conseguir versará una crónica que saldrá publicada en la Revista Séptimo Sentido el domingo 29 de noviembre.

20 Nov 2009 Alharaca en Panchimalco

Desde la escuela me hablaron de Panchimalco. Me lo dibujaron en forma de iglesia colonial con santos en la fachada; o con cara de señora con atuendo indígena. Crecí viendo a Panchimalco en calendarios y hasta en toallas. Una maestra me dijo que en este pueblito radica lo que en esencia es ser salvadoreño. Escuché que era un sitio turístico. Que debía imaginarlo con telares de mano. Con palmas con flores incrustadas. Con santos antiquísimos. Que vería collares hechos con monedas antiguas. Barro y chales. Que escucharía  náhuatl.

 Hace poco fui a Panchimalco.  Tras un breve recorrido, tuve la sensación de que salvo la iglesia no veía nada más de lo mucho que me dibujaron. Tuve la sensación de que Panchimalco se limita a su iglesia. La misma que  mantiene pulcra únicamente su fachada. En su interior se exhibe el abandono y la descomposición. Incluso, más de la mitad de los santos, o tallas coloniales, han sido robados.

 Hace años que en Panchimalco no caminan mujeres con indumentarias indígenas. Ya no  hay telares de mano, ni collares con monedas. Nadie habla náhuatl. Nadie vende los famosos chales, ni barro.  Pero ese no es el problema. El problema son las incongruentes expectativas. Que los salvadoreños mantengan una eterna alharaca entorno a un solo pueblo. Es un intento superficial de buscar identidad cultural, que hoy se limita a una fachada encalada.

 Ahora que no hay mujeres nahuahablantes, debería existir un museo explicativo. Debería restaurarse el interior de la iglesia o crear un museo de arte religioso. O rescatar otras estructuras antiguas como su campanario, la iglesia del Calvario o si se quiere hasta el cementerio. O abrir al público la casa del legendario pintor José Mejía Vides. En Panchimalco no hay ni comedores,  aun así concuerdo con mi antigua maestra: en este pueblito radica lo que es ser salvadoreño. Los salvadoreños hacemos alharaca de que la cultura está aquí, pero nadie quiere compenetrarse con ella. Nadie quiere dignificarla con sensatez. Todos nos conformamos con tener fachadas de identidad cultural, aunque por dentro se estén deteriorando, o ya no existan.

13 Nov 2009 Días de luto, balas y banderitas blancas

Sábado 11 de noviembre de 1989. La guerrilla lanzaba la ofensiva ‘hasta el tope’, acción militar que buscaba la toma del poder y obligar a una negociación para el fin de la guerra civil. La población, atrapada en aquellas trincheras, sufrió de cerca el estruendo de las balas y el temor a salir de sus casas. El resultado: un país desangrado, asesinato de intelectuales y centenares de muertos y heridos. Demasiados.  

Veinte años hace desde aquello. Este domingo 15 de noviembre, en Séptimo Sentido encontrará una cita con el pasado, una reconstrucción histórica de ese capítulo violento que marcó al país.

‘Pasábamos durante semanas encerrados en la casa. Un día mi mamá y hermano salieron con su banderita blanca porque escucharon disparos en la vivienda de una tía. No lograron llegar muy lejos. Yo solo escuché un estallido y el tiroteo. Una granada los mató.’

El testimonio es de José Melara, un empleado de maquila con quien hablé a propósito de este reportaje. José tiene 34 años, y era un adolescente para aquellos días de noviembre dos décadas atrás. ‘No importa el bando, perdimos a alguien’, dice. Es cierto. Más allá de los motivos que originaron la ofensiva, muchos como José quedaron en medio de las balas, perdieron a un padre, una madre, un hermano, un hijo. Muchos como él ruegan hoy, en tiempos de paz, no tener que vivir de nuevo algo parecido.

¿Y cuál es la trascendencia de recordar un hecho como este 20 años después? Pues, como dicen por ahí: vale la pena recordar para no olvidar aquello que no debemos repetir. En lo personal, aún no olvido esas columnas de gente huyendo con sus banderitas blancas de los edificios de la Zacamil, donde vivía con mi familia. Recuerdo haber pensado: ¿será que esta señal de paz evitará que nos maten? Pero en esos momentos, no había más por hacer. Muchos, como la mamá y hermano de José, no salieron vivos. Sin duda cada vida apagada fue y sigue siendo un precio demasiado alto a cambio de los ideales de algunos personajes de la esfera política.

Y usted, ¿qué recuerda usted de la ofensiva de 1989? ¿Dónde estaba? ¿Cómo ve al país dos décadas después de ese suceso? Le invitamos a compartir su experiencia.

05 Nov 2009 Berlín visto por un salvadoreño
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Estoy preparando la crónica sobre un salvadoreño que vivía en Berlín Occidental, Alemania, para cuando ocurrió la caída del Muro, en noviembre de 1989.

La caída de la Cortina de Hierro es un pasaje tan apasionante como importantísimo en la historia mundial y, cómo no, también tuvo repercusiones serias en el ámbito político salvadoreño. ¿Cómo fue ese día? ¿Por qué cayó el muro? ¿Qué pasaba en El Salvador? De todo eso hablará el texto que saldrá a luz el 15 de noviembre.

Lo que más me llama la atención de la caída del Muro es que en realidad esa muralla cayó por el clamor popular. Cuando las noticias informaron sobre las nuevas disposiciones migratorias para pasar de un lado al otro, la gente salió por miles de miles a la calle. Los soldados que custodiaban el muro no tuvieron más remedio que ceder. Ni locos podían usar la fuerza bruta. La URSS ya estaba sumida en una crisis política y económica, ya no valía la pena mantener un muro que de todas maneras iba caer.  ¿Es la Ley de la Gravedad? Los alemanes acababan de darse cuenta de que en realidad ellos eran el pueblo, tal como era la consigna que millones gritaban en Leipzig, la ciudad al sur de Berlín que inició una serie de protestas los días previos a la caída del muro.

Y usted, ¿cómo vivió ese día? ¿Se acuerda de cómo se enteró de la noticia? ¿Cree que ese evento incidió drásticamente en El Salvador?

30 Oct 2009 El camino

Este es el recuento de lo que el fotoperiodista íƒâ€œscar Leiva encontró mientras realizaba un extenso fotorreportaje acerca de la generación de energía eléctrica.

El reportaje ‘En busca de la chispa adecuada’  fue un esfuerzo  fotográfico que arrancó hace unos meses en la oficina de mi editor. Ahí se planteó el reto de tocar a profundidad el tema de la energía en El Salvador. Desde el inicio sabíamos que uno de los temas importantes era constatar si en el país existían esfuerzos reales por encontrar nuevas fuentes de energía renovables y alternativas para satisfacer futuras demandas y apelar a la conciencia del lector sobre la necesidad de que cada quien, desde su hogar, debe convertirse en un luchador contra el  derroche de los preciados y limitados recursos que tiene El Salvador.   

Es difícil imaginarse la vida  en un mundo sin energía eléctrica. Damos por hecho que la luz siempre estará  ahí. Pensamos que ese  foco encenderá siempre que se nos antoje activar un switch en la pared. Casi nunca meditamos sobre nuestro consumo  y hábitos de ahorro hasta que tenemos en frente el siempre puntual recibo del pago de la  luz.
Cambiar el panorama energético implicaría  empezar a  desintoxicarnos de la enorme dependencia de la sociedad al  uso de combustibles fósiles tanto para movernos en nuestros autos, como para generar energía en las múltiples plantas térmicas que producen entre 40% y 50% de la electricidad en nuestro país. Este es un mal necesario mientras no encontremos soluciones energéticas diferentes, a pesar que contamos con recursos hidroeléctricos y geotérmicos.

Durante el trabajo de campo llegué  casi por accidente a  las puertas del hogar de María Elena Nájera,  una humilde mujer residente en el asentamiento humano Guayaltepeque, en Nahuizalco. Ella en su hogar cuenta  solo con un foco de luz el cual enciende con una batería de auto. Esa escena contrasta con el desperdicio de recursos que se vive en el centro de San Salvador. Cientos de ventas callejeras   mantienen sus luces encendidas a media noche a pesar de que los clientes duermen. Ahí nadie piensa en ahorro energético. No existe esa cultura.
 Conocí personas que tienen ideas radicales para el futuro, gente que ve cercana la posibilidad de ‘desenchufarse’ del sistema y de los recibos de luz al considerar la energía solar  como una solución viable. Después de todo, somos un país donde lo que menos hace falta es sol. Muchos solo esperan que esta tecnología registre una baja de precios, porque, por el momento, requiere una fuerte inversión y mantenimiento.

Tuve la oportunidad de conocer proyectos humanitarios que han llevado  energía solar a lugares remotos como el cantón El Mojón, en Tepecoyo, o en la Antigua Barra de GíƒÂ¼ija, una comunidad  de 18 familias que permanece aislada por las aguas del lago metapaneco durante todo el invierno y parte del verano. Así, los ojos de los niños que viven en el cantón El Tablón, en Berlín Usultután, brillan mientras hacen cola para utilizar una computadora de bajo costo que les ha permitido saltar í¢â‚¬Å“años luzí¢â‚¬Â en calidad educativa gracias a una donación de paneles solares de la ONG Intervida.

 También fortalece saber que en este país se realizan investigaciones pioneras en pequeños laboratorios que están permitiendo  logros motivadores en esta búsqueda de nuevas chispas que muevan nuestro mundo.

¿Cuándo encontraremos el remplazo del petróleo y otros combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático? ¿Cómo sería un mundo sin derroche de recursos y conectado a energías no contaminantes y renovables?  No es necesario que usted encuentre las respuestas ni que haga el descubrimiento energético del siglo. Basta con que apague el foco que no ocupa. No abra la refrigeradora sin saber antes qué va a sacar. Se cambie a focos ahorradores. Y, sobre todo, hable del tema’.

29 Oct 2009 Seres conscientes

¿Cuántas veces ha olvidado apagar un foco, desconectar aparatos o apagar el televisor? ¿Ha pensado en cuánto dinero cuesta esta indiferencia, o lo que es peor, cuántos recursos naturales se desperdician? Hasta ese grado de concientización nos hace llegar el fotorreportaje que presentamos en esta edición.

íƒâ€œscar Leiva es un fotógrafo dedicado, joven y muy entregado a buscar que sus trabajos tengan un alto grado de profundidad e investigación. Así fue como, en mes y medio, visitó más de una docena de lugares para registrar con su cámara el proceso de generación eléctrica. Esa faena se traduce en un entrega de 16 páginas que, además de instruirnos, nos hace pensar en cuán importante es ahorrar energía y apoyar los esfuerzos encaminados a buscar fuentes de electricidad más limpias y renovables.

Advertimos que la revista que ponemos este día en sus manos está llena de material para reflexionar. Es el caso de la entrevista de perfil que Roberto Valencia hizo a Douglas Omar García Funes, jefe del Centro Antipandillas Transnacional.
García Funes es un policía con experiencia que ha ocupado cargos importantes. Y en esta ocasión, con conocimiento de causa, habla de los errores cometidos en la lucha contra las pandillas. Se refiere a los planes Mano Dura como teorías que, en la práctica, se torcieron. Y reconoce que se cometió una terrible falta al no impulsar medidas preventivas hace un par de décadas, cuando las pandillas eran grupos de jóvenes que pintaban paredes.

Esperamos que la disfrute, es para lectores como usted.

27 Oct 2009 El poder de las palabras

 

í¢â‚¬Å“A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»

El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe.í¢â‚¬Â

Así empezó Gabriel García Márquez, afamado escritor colombiano, su discurso í¢â‚¬Å“Botella al mar para el dios de las palabrasí¢â‚¬Â. En la coyuntura de este país, estos párrafos caen como profecías. Y no para salvarnos, sino que para condenarnos. Porque jamás ese poder de las palabras se ha precipitado con tanta furia como aquel día en que ellas se cargaron de amenaza y esparcieron miedo en una población demasiado sensible ya a las historias de terror.

Calles casi desiertas, supermercados cerrados, clases suspendidas y ansiedad enfermiza por llegar a casa fue lo que se vivió. Lo de citar a García Márquez no obedece solo a su magistral discurso. Las escenas que se registraron ese día a causa de un correo electrónico tienen todos los ingredientes del realismo mágico, moviento literario del que el colombiano es uno de los máximos exponentes.

Es tan así, que si ese correo hubiera dicho que podemos volar envueltos en sábanas, al mejor estilo de Amaranta en Cien años de soledad, ¿lo habríamos creído? Quien sabe, en estos tiempos en los que  grupos delincuenciales como las pandillas pueden publicar un comunicado en un periódico que se dice serio, cualquier cosa es posible. Cualquier cosa.

 Y como dicen, éramos muchos y parió la abuela. No bien acababa de ingresar a mi cuenta de correo el lunes, cuando me encuentro con que la Sombra Negra, asesinos autoproclamados héroes, se han arrogado el derecho de usar las palabras para decirnos a los salvadoreños que van implementar una especie de saneamiento, un exterminio de delincuentes. Como si no hubiéramos sacado tanto ojo, que no quedan más para cumplir con la ley del Talión.

 Y así iba yo por la semana, entre sorprendida y aterrada con el poder de las palabras. Agobiada porque resulta que esas mismas de las que García Márquez habló tan bien, han caído como plomos en esta sociedad que exuda horrores. Así iba, hasta que un día, a punto de dejar de mi casa, escuché algo que me hizo explotar el corazón:  í¢â‚¬Å“mmmaaa, mmmaaaí¢â‚¬Â, dijo mi hijo en medio de balbuceos motivados por algo tan básico como el hambre.

 Pasado mi alboroto, mi celebración y mi orgullo, reflexioné. Y entonces no pude dejar de pensar en la pregunta del cura: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?». Yo le respondería que sí. Una sola, a medio decir, ha sido capaz de inyectarme esperanza, aun cuando mil más me hayan hablado de muerte.

23 Sep 2009 Los masajes de Elena

El domingo 19 de septiembre (http://http://blogs.laprensagrafica.com/septimosentido/?p=515)  se publicó en Séptimo Sentido el reportaje Elena contra la ciudad, sobre los avatares que debe sobrellevar Elena Zaldívar, de 65 años, para desarrollar su trabajo como masajista. Ella es ciega desde los 15 años y aprendió a hacer masajes en la Escuela de Ciegos ya cuando contaba con más de veinte años de edad. Masajes reductivos y relajantes, dice, y sabe explicar las diferencias técnicas entre uno y otro.

Desde entonces, comenzó a salir a la calle, aprendió a moverse en ella y por su condición de no vidente, siempre corría peligro. La ciudad nunca estuvo y no está diseñada para ella ni para personas con otro tipo de discapacidades. Pero cada vez que salía, lo hacía para salir adelante. Hace falta mucho como para pensar que la ciudad se adaptará de la nada a los discapacitados.

Ayer martes volví a hablar con Elena. Dijo que la han contratado en una Sala de Masajes en Santa Tecla. En el local #5 del Centro Médico de Especialidades, ubicado en la colonia Jardines de la Hacienda, sobre la Avenida La Quebrada, en Santa Tecla. La Asociación Nacional de Ciegos Salvadoreños (ANCIESAL) le ayudó a conseguir ese puesto, y aunque por cada masaje que practique solo le corresponden $3, ella asegura que está más tranquila.  

Elena me dijo que estaba feliz, que ya no iba a tener que arriesgarse en las calles para ir a hacer los masajes a domicilio. Ahor está a la espera de que surgan nuevos clientes. Ayer, su compañero de trabajo recibió dos clientes. Ella, está comenzando. ‘Debo tener paciencia’, me dijo, con la dulce voz que la caracterizaba.

  • Masajes terapéuticos
  • Teléfono: 21024033
  • Dirección: Centro Médico de Especialidades, #5; avenida La Quebrada, Jardines de la Hacienda, Santa Tecla.
  • Buses: 42B, 101D
  • Masajista: Elena Zaldívar
  • Costo: $8

06 Jul 2009 Sobre la edición del 5 de julio

En un país tan violento como El Salvador la muerte parece tener múltiples rostros. A diario, miles de  personas se enfrentan a ella desde su trabajo, desde una oficina o desde su propia experiencia. En esta edición, la periodista Rossy Tejada intenta dar una visión diferente del tema, adentrándose en las  instalaciones de Medicina Legal de San Salvador. Se trata de un relato sincero y profundo sobre las autopsias que allí se realizan y que permiten dimensionar no solo la violencia, dibuja a la sociedad en sí misma, con todo y su crisis social. Esa misma crisis es la que describe el mexicano Epigmenio Ibarra en la entrevista concedida a Séptimo Sentido, tras su breve paso por el país.  Ibarra fue corresponsal en El Salvador durante la década de los ochenta y por eso habla con propiedad sobre la guerra que vivió el país. Además de asumir la experiencia que esta le dejó, admite que ella  ha impactado en sus proyectos. En la última época, lo ha hecho en í¢â‚¬Å“Capadociaí¢â‚¬Â, serie  de HBO que se ha convertido en una de las más exitosas.
Pero como en toda buena historia de héroes y villanos, la revista también incluye una amplia crónica sobre la unidad canina del Cuerpo de Bomberos. Se intenta plasmar la importancia de su trabajo. En el pasado, estos perros han apoyado tareas de rescate, que fueron imposibles de hacerse a tiempo en tragedias como la de las Colinas, cuando no existía la unidad. Y si de recordar se trata, no se pierda nuestro reportaje gráfico, que hace un recorrido por las principales fotos de portadas de la revista Séptimo Sentido, en este su primer aniversario.
Esperamos que la disfrute, es para lectores como usted.

23 Jun 2009 La imagen
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Tiene cara de ausente. Se ve ajena por completo al cateter, a la silla de ruedas y al muñón que le quedó tras sufrir la amputación de su pierna derecha. Joseline Salguero, de siete años, fue víctima de la explosión de una granada. En julio de 2008, su imagen ocupó la portada de esta revista.

 Matilde Elena López está sentada en un trapecio con la mirada en quien sabe qué. Es un retrato de la vejez de alguien que fue la primera ensayista salvadoreña. Fue una portada de diciembre de 2008.

Una hilera de libros que como mínimo tiene 100 años. Se ven rotos, apolillados, remendados. Es un triste ícono del estado de la Biblioteca Nacional de El Salvador. La imagen estuvo en portada en marzo de este año.

Séptimo Sentido fue publicada por primera vez el 29 de junio de 2008. En 52 ediciones, hemos intentado construirnos una identidad, un rasgo con el que ustedes, nuestros lectores, puedan reconocernos en el campo fotográfico. No ha sido fácil. A veces hemos acertado y otras, quizá no.

Ahora los invitamos a que nos digan cuál o cuáles han sido las imágenes de portada que mejor recuerdan, las que más los impactado. Con su ayuda veremos mejor el camino a seguir.

Gracias por acompañarnos en este primer año.