Escrito por: Jorge Colorado Publicado: 21-01-15 Comentarios: 0
Este día un buen amigo de infancia publicó en su muro de FB una imagen que me regresó a mis tiempos de colegio, es un libro emblemático que con sus vistosos infográficos le enseñó a mi generación el valor y la importancia de la naturaleza, me refiero a “La Tierra y sus recursos” de Leví Marrero, un cubano que se dedicó a la educación, historia y geografía.
Para los que estudiaron su octavo grado en los años setenta, ochenta y primera parte de los noventa la portada de este libro les llenará de nostalgia, pero de seguro todavía muchos ignoran que aparato era el que aparecía en la portada.
Pues no se trata de una máquina industrial, ni un arma o un oleoducto de petróleo, tampoco es el interior de una fábrica o el esqueleto de un edificio en construcción, se trata de un telescopio y para cuando Marrero publicó su libro, era el telescopio con mayor apertura en el mundo: El telescopio Hale de 200 pulgadas (5.1 metro) de apertura ubicado en el Monte Palomar.
El telescopio Hale fue construido gracias a la donación de 6 millones de dólares de la Fundación Rockefeller, y desde 1948 que fue inaugurado hasta 1976 fue el telescopio óptico con mayor apertura del mundo.
El primer objeto astronómico que observó el telescopio fue una nebulosa ubicada en la constelación de Monoceros (Unicornio) codificada según el Nuevo Catálogo General (NGC) con el número 2261. Hoy a la nebulosa se le conoce como nebulosa Hubble, y eso porque fue el primer director –y quien dirigió el telescopio la noche de inauguración- fue Edwin Hubble, uno de los astrónomos más importantes de la historia y quien supongo que aparece también en la portada del libro.
A Hubble se le reconoce por realizar uno de los descubrimientos que revolucionó a la cosmología, eso lo logró observando galaxias lejanas y midiendo el corrimiento al rojo de las líneas espectrales de estos lejanos objetos, sus investigaciones derivaron en el descubrimiento de la expansión del universo.
¿Cómo Hubble descubrió tal cosa? Es algo relativamente difícil de explicar, la cuestión comienza con la idea que lo único que la ciencia tiene para estudiar las estrellas es su luz; es decir, no es posible viajar y tomar una muestra del Sol o enviar una nave a tomar una muestra de una de tantas estrellas que brillan en el cosmos, así que los astrónomos generalmente estudian su la luz, la visible, la que vemos con nuestros ojos.
Si usted ha experimentado con la luz, habrá notado que si un rayo de luz bien encausado pasa por un prisa generará una especie de arco iris. Conociendo esto, la ciencia ha creado aparatos que permiten separar la luz en sus colores y estudiar tales “espectros” de colores.
Si alguien analiza la luz de las estrellas posiblemente notará que se observan líneas en ciertas partes de los colores, esto sucede por las interacciones cuánticas que ocurren en el gas de los astros. Dependiendo del elemento que se encuentra en la estrella -como el Hidrógeno, Calcio o Carbono-, se emitirá una línea en determinada parte del espectro. Los astrónomos tienen bastante claro que elementos químicos están en que parte del espectro, así que con ello pueden estudiar que elementos poseen determinada estrella, es como una huella digital química expresada en la física de la luz.
Si la estrella se encuentra en franco acercamiento hacia la Tierra las líneas que aparecen en el espectro se verán corridas hacia el lado azul de los colores del espectro. Por lo contrario, si las estrellas se van alejando, las líneas que aparecen se corren hacia el rojo, esto se le llama “Corrimiento al rojo” o redshift.
Pues resulta que Hubble (y su colega técnico y astrónomo aficionado Milton Humason) descubrió algo que nadie imaginó y que resultó ser uno de los hallazgos más transcendentales en la historia de la humanidad, encontró que la luz de las galaxias lejanas tienen un claro corrimiento al rojos, es decir, se alejan de nosotros; mejor dicho, el universo mismo se expande.
Con los años los astrónomos midieron la tasa de expansión del universo en algo que llamaron el Parámetro o Constante Hubble y se concluyó que el universo se infla a una velocidad entre 65 u 80 kilómetros por segundo por cada mil parsec, un espacio de 3262 años luz.
Pero si el universo se está expandiendo significaría que en algún momento todo el universo que vemos –y que no vemos- debió de haber estado más cerca, tanto que en algún pasado remotísimo todo debió de haberse aglutinado en un solo punto, pues esa reflexión fue el principio para considerar la teoría del Big Bang.
Desde el descubrimiento de Hubble y las primeras propuestas del Big Bang hasta el día de hoy, cientos de cosmólogos, físicos teóricos y estudiosos del universo han afinado la teoría y han logrado comprender con bastante exactitud que ocurrió en los primeros segundos de la formación del cosmos.
Es curioso todo lo que guardaba la portada de aquel libro de colegio; por cierto, en una época pre Internet los conocimientos de astronomía de varios de los capítulos de “La Tierra y sus recursos” era todo lo que un estudiante tenía para comprender el universo y por supuesto para interesarse en los misterios del cosmos.