2012 La ciencia contra el fin del mundo

El Salvador busca llegar al espacio

Escrito por: Jorge Colorado      Publicado: 29-08-14      Comentarios: 0

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Existen dos tipos de países en el mundo, los que alcanzan el espacio y los que no.

A principios del siglo XX, mientras los intelectuales salvadoreños creían en los cuentos de madame Blavatsky, los países que hoy son potencias comprendieron la importancia de los cohetes y desarrollaron artefactos que lograban alcanzar grandes alturas.

Lamentablemente cuando la técnica comenzó a perfeccionarse los militares la secuestraron y los utilizaron como arma durante la segunda guerra mundial.

En 1957 la Unión Soviética utilizó todo su conocimiento en cohetería y colocó en órbita el primer satélite artificial, suceso que inauguró una competencia entre potencias mundiales la cual se conoció como la Carrera Espacial. Competencia que concluyó en 1969 cuando Estados Unidos logró descender un módulo tripulado en la Luna.

Desde entonces muchos países han invertido en el espacio, unos con más éxito que otros.

Nosotros los salvadoreños que históricamente hemos visto la ciencia y la tecnología como algo distante, hemos seguido haciendo lo que siempre hemos hecho: pretendiendo mejorar nuestra calidad de vida sin educación e intentando hacer crecer la economía sin ciencia.

Por eso estamos como estamos.

II

El domingo 24 de agosto se lanzó desde una zona despoblada de Sonsonate un cohete experimental. El aparato fue construido por varios estudiantes de ingeniería de la Universidad Don Bosco (Electrónica, Mecatrónica, Materiales, Mecánica desde el 1 al 10 ciclo) dirigidos por el ingeniero aeroespacial Luis Salaverría.

También se tuvo la participación del Ing. Alfredo Morales del ESAI (El Salvador Aerospace Institute) quien construyó el cono del cohete y de la Asociación Salvadoreña de Astronomía ASTRO que aportó parte de los fondos de construcción y un trozo de grafito con el cual se torneó la tobera del aparato.

El cohete de 2.15m de altura se llamó TER-1C y fue el tercer cohete experimental de un ambicioso programa que lleva el nombre de uno de nuestros pájaros, el Torogoz. El TER-1C llevaba una serie de sistemas electrónicos que le permitían registrar la velocidad, altura y posición, así también desplegar un paracaídas para reducir el impacto de su caída.

Fotografía del cohete TER-1C en el terreno de lanzamiento.

Fotografía del cohete TER-1C en el terreno de lanzamiento.

III

Siempre he creído que el país debe de apostarle a la ciencia para buscar el tan ansiado desarrollo económico y social, por eso cuando le planteé a Luis Salaverría la posibilidad de realizar un curso de cohetería dentro de las reuniones de ASTRO, aceptó gustoso. Sobre todo porque él tenía desde hacía varios meses la idea de lanzar el tercer cohete de la serie Torogoz.

Las dos primeras reuniones del taller se realizaron en el Centro Cultural de España. En ellas participamos un buen grupo de socios de ASTRO y varios estudiantes de ingeniería de la Universidad Don Bosco, siendo estos últimos los que continuaron la etapa de la construcción del aparato.

El trabajo que duró aproximadamente dos meses, terminó con un cohete construido con materiales que se pueden obtener en cualquier ferretería; parecería fácil, pero la fabricación tuvo que tomar muy cuenta el detalle de las formas y las dimensiones de cada sección del aparato. Quizás lo más complejo fue la fabricación del combustible sólido, pues es un proceso largo, delicado y hasta peligroso, el cual requiere de una técnica y equipo especializado.

Proceso de diseño y construcción del cohete TER-1C

Proceso de diseño y construcción del cohete TER-1C

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Proceso de construcción del cuerpo del cohete

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Proceso de elaboración del combustible sólido

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Diseñando uno de los alerones del cohete

Diagrama explicativo del diseño del cohete TER-1C (Por Ing. Luis Salaverría)

Diagrama explicativo del diseño del cohete TER-1C (Por Ing. Luis Salaverría)

Aunque para la Real Academia de la Lengua Española y para la ciencia física es lo mismo, yo distingo un cohete de un cuete. Los cuetes los usamos para fin de año o en una fiesta de pueblo, casi siempre estallan o emiten luces de colores, algunos pueden dispararse y subir por los aires, pues su física es similar a la de los cohetes que viajan al espacio. En inglés esa distinción es mucho más clara, pues existe una palabra para cohete “rocket” y cuete “firework”.

En la práctica un cohete de NASA funciona muy parecido a un silbador, por supuesto que con algunas diferencias, los cohetes son más rápidos, dirigidos, se elevan a tal altura y alcanzan tal velocidad durante cierto tiempo que logran romper la velocidad de escape terrestre y logran salir al espacio.

Pero hay algo muy particular entre los cuetes y los cohetes: estos últimos son más peligrosos.

De hecho, son extraordinariamente peligrosos.

Un error en su construcción podría terminar en una explosión de tal magnitud que incluso podría matar personas.

IV

El sur de Sonsonate tiene áreas despobladas, sitios planos donde se cultiva la caña de azúcar y donde cualquier lanzamiento de un cohete defectuoso no dañaría a nadie, por ello se consideró que la zona reunía las mejores condiciones de seguridad.

Podría ser un lugar adecuado para lanzar un cohete, pero un cañal no es el mejor lugar para pasar un mediodía. El día que se lanzó el TER-1C el calor era sofocante, a tal punto que varios de los que se habían acercado a observar el lanzamiento terminaron con insolación.

Para ubicar la plataforma de lanzamiento se escogió una intersección entre dos caminos, la plataforma era simplemente un tubo metálico colocado vertical al terreno, ello le daría soporte al cohete en los primeros segundos de ignición.

Solo las personas encargadas de la activación de los motores se colocaron relativamente cerca de la plataforma de lanzamiento; el resto, por consejo de la Cruz Roja Salvadoreña -quienes dieron apoyo en primeros auxilios- se colocaron a más de 90 metros de distancia.

Una vez que se revisaron los sistemas electrónicos y se terminaron de ensamblar las últimas etapas del cohete, se colocó el aparato en posición de lanzamiento, para entonces rondaban la una de la tarde y el calor golpeaba con mayor fuerza.

Después de un problema técnico inicial, comenzó la cuenta regresiva.

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Colocando el paracaídas dentro del cohete

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Equipo ubicando el cohete en la plataforma de lanzamiento

V

Creo que todos los que hemos vivido en la era espacial nos ha emocionan las cuentas regresivas, eso de contar números hacia atrás en espera de un lanzamiento es de los momentos más emocionantes que alguien puede vivir, porque todo mundo sabe que cuando los números se acaben, se verá si se cuidaron los detalles, si se trabajó correctamente en el combustible y si se ensamblaron perfectamente todas las secciones del aparato; de no hacerlo, el fracaso.

Lo mismo sentimos el mediodía del 24 de agosto, cuando el conteo llegó a cero todo el mundo guardó silencio, pues los cohetes de combustible sólido generalmente no despegan inmediatamente a su activación, la ignición del motor podría tener un retardo de dos minutos.

Apenas 30 segundos después de la finalización del conteo, una pequeña nube de humo salió de la tobera del aparato, y nada pasó, algunos incluso bromearon con la idea que “se había soplado”, hasta que de pronto, el motor arrancó.

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Si usted nunca ha visto el lanzamiento de un cohete, debe de saber que es algo que sucede muy rápido. En fracciones de segundo el TER-1C se elevó del suelo, seguido de una estela de humo y un sonido que recordaba un motor de avión.

TER-1C viajando aproximadamente a unos 500 km por hora a unos 400 metros  de altura. Foto por  Francisco Sansivirini ASTRO.

TER-1C viajando aproximadamente a unos 500 km por hora a medio kilometro de altura.

Cuando el cohete alcanzó unos 10 metros de altura sufrió -posiblemente por el viento- una inclinación que lo llevó a un trayecto ascendente hacia el sur-oeste, en 10 segundos ya había quemado todo su combustible y cruzado toda la bóveda celeste desapareciendo de nuestra vista ante el griterío de todos los estudiantes.

Vea aquí el vídeo del lanzamiento y vuelo del Cohete TER-1C

Vea aquí el vídeo del lanzamiento grabado por una cámara GoPro

VI

Fue un éxito.

Pero un éxito agridulce, pues no se recuperó el cohete. Al menos al momento de escribir este blog, no se ha encontrado el aparato, es posible que el paracaídas fallara o que cayera en un lugar inaccesible a los equipos de recuperación.

Los estudiantes de la Universidad Don Bosco se internaron entre los cañales para tratar de recibir la señal electrónica, pero todo fue infructuoso, al final de la tarde, presas de la sed y del calor abandonaron la búsqueda.

VII

Si ustedes creen que El Salvador no puede llegar al espacio exterior están muy equivocados. Sí, es posible que El Salvador pueda colocar un aparato en el espacio, es cuestión de práctica, experimentación, gente capacitada, recursos y apoyo institucional. 

Estos experimentos buscan un mayor desarrollo de la serie Torogoz, la ESAI tiene una agenda muy interesante para desarrollar la tecnología espacial, que va desde la construcción de un avión estratosférico, globos que toquen el espacio y hasta la construcción de pequeños satélites.

El camino al espacio es en sí mismo un camino al desarrollo del país, el legado educativo, tecnológico y experimental es una ganancia para el desarrollo de la ciencia y las ingenierías salvadoreñas.

No es tanto hacer volar a nuestros cohetes y globos, es comenzar a utilizarlos y aplicar la tecnología para tener una vista global de nuestro país y comprender muchos aspectos de nuestra actividad humana en el país. Necesitamos medir los niveles de contaminación ambiental, el crecimiento de las ciudades y el impacto del cambio climático, ello sin depender de otros países.

El espacio es nuestra independencia.