Son muchos los que no atienden la recomendación de Dios cuando en su Palabra nos dice que no debemos confiar en el hombre ya que sufriremos si tal cosa hacemos, ese es el caso que me tocó vivir esta semana cuando uno de mis más cercanos colaboradores me dijo que no podía seguir laborando en la institución por motivos personales.
No me tomé el tiempo de platicar con él ya que la noticia me la dio faltando unos minutos para predicar mi sermón de los viernes que es Torré de Oración, lo primero que vino a mi mente fue: qué tipo más traicionero. Pero en pocos minutos recordé que toda buena historia tiene su final y que nada en esta vida es de carácter eterno.
Hice memoria del trato que tuve para con él, y no encontré un motivo fuerte para respaldar su renuncia, tenía auto, salario, prestaciones, aguinaldo, vacaciones, amistades, programa de televisión, presentador de eventos especiales, muy buen carácter ¿Entonces qué falló? Esa era la pregunta que no podía contestar.
El error fue mío, le di confianza a alguien que no conoce la necesidad, alguien que jamás le ha tocado comer salteado, jamás supo que es no tener donde dormir, no conoce la necesidad por tener buenos padres y amigos lo cual no es pecado ya que ha sido Dios quien ha cuidado de él desde chico, el error de confiar tus secretos trae consecuencia terminales.
Los que confían siempre salen dañados, entonces la clave no está en ser desconfiados sino en no depositar tus secretos en personas que no conoces a profundidad, con ello te recuerdo que tu Creador es el único que conoce a exactitud tu vida corazón e intenciones, después de Él nadie puede ser digno de tu entera confianza.
Los que confían sufren, los que confían lloran, los que confían son avergonzados, no así los que confían en Jehová, los cuales serán levantados como las Águilas, serán puestos en libertad, tendrán gozo permanente por no haber depositado su confianza en los hombres sino en Dios quien es el único digno de toda adoración. No seas de los que confían en hombres evita el dolor en tu vida.