La lengua es un órgano difícil de manejar, aun para los más ricos y preparados. La Biblia nos dice que este órgano hace encender el furor hasta del más inocente; no te prestes a creer todo lo que escuchas en tu medio o en los medios de comunicación de moda; este tema concierne a todos los involucrados en la sociedad Salvadoreña en general, ya que tarde o temprano podemos ser víctimas de los reporteros especiales y sus lenguas.
En lo personal, hemos sido víctimas en más de una ocasión a este tipo de problema, ya que el amarillismo vende miles en las horas pico de programación local; estos señores reporteros irresponsablemente acusan sin conocer, difaman sin investigar, defienden sin discernir la realidad de los hechos. Con ello destruyen la poca confianza que existe entre familiares y amigos pariendo literalmente enemigos, separando matrimonios y haciendo que los hombres se comporten como demonios.
La lengua se enciende con poco, con un simple comentario hecho por un loco; pon atención a los detalles antes que escuches locuras y estalles. Un reportero hambriento, o desesperado escribe o reporta con el hígado y no con el corazón apegado a la razón. Analicemos los hechos y pongámonos claros no crea que somos tan raros, Â cosas sencillas como una insinuación o cuenteada para que los medios te pongan de bajada te corten la cabeza.
Hay poder en las palabras, y esto también si son macabras, midamos nuestros comentarios y nuestros hechos; no vivamos entre los desechos, hablemos claro y conciso, no perdamos la fe, hagamos un compromiso; las palabras se las lleva el viento augúrate de limpiar lo que llevas dentro. Cristo te dará la salida que será el nuevo nacimiento de alma y corazón, pues será el quien te devuelva la razón; avivará el corazón de todo hombre que abra su corazón.
Si algo debemos controlar es la lengua, como las semillas que siembra a lo largo de la vida, sin olvidar que Cristo a todos nos da la salida, aunque tengas quebrada alguna costilla. No te rindas ante la crítica o adversidad que lo que hoy te sucede no es casualidad, es el fruto de tu pecado y de a Dios haber olvidado. Así lo dice la Biblia y nadie lo puede negar, que aquel con quien Jehová este airado caerá en boca de algún reportero desesperado.