Durante la última semana de octubre, en paralelo con la celebración de la reunión cumbre de jefes de Estado realizada en El Salvador, se llevó a cabo el especial encuentro de jóvenes de todas las edades en torno a la tecnología, conocido como Campus Party.
Un grupo de aproximadamente 600 personas, de las que alrededor de 200 eran salvadoreños, incluyendo “campuseros” y voluntarios, compartieron, en el menor de los casos, “cuatro días de ancho de banda, MP3 y electrónica”, muy al estilo de aquellos “tres días de paz, música y amor” que movieron al mundo hace casi 40 años en Woodstock.
Con sus tiendas de campaña, su vestir y lucir desenfadado, su ausencia de horario y reloj, así como el convivio durante los tiempos de comida, el intercambio de ideas y consejos, y la presentación de las diversas creaciones en robótica, astronomía, modding, ocio digital, simulación aérea, electrónica y desarrollo de software, la imagen que el Polideportivo de Merliot transmitió al mundo durante esos días se podía resumir, para los mayores de 40 años como un “Woodstock tecnológico”, y para los demás como una fiesta iberoamericana de aprendizaje, conocimiento, descubrimiento de nuevos mundos tecnológicos, y encuentro con otras personas iberoamericanas con inquietudes semejantes y habilidades diferentes.
Para este fin, hiceron su aparición las computadoras ClassMate, proyecto de empresas privadas multinacionales ampliamente reconocidas, y que se presentan como la alternativa a la propuesta OLPC, las computadoras que deberían haber costado $100. En todo caso, aunque no se llegó a ese precio, afortunadamente los costos siguen bajando.
La fiesta del Campus en nuestro país fue un suceso de importancia, pues además de establecer un precedente como acompañamiento de una Cumbre de Estado (se ha dicho que las siguientes reuniones de esta naturaleza tendrán su Campus Party en paralelo), permitió a un buen número de salvadoreños reunirse con otros iberoamericanos, conversar en nuestro propio idioma, aprender de otros, mostrar lo propio, establecer contactos y, en algunos casos, iniciar amistades que pueden continuar en la Red.
Como toda fiesta, agradecemos a los anfitriones (en este caso, las empresas Futura Network y Telefónica han tenido un rol crucial), nos alegra haber asistido, nos quedan buenos recuerdos, y la mayoría de asistentes esperan haberse portado suficientemente bien para que los inviten a la próxima. Ojalá así sea, y podamos tener a algunos salvadoreños en las siguientes ediciones, logrando nuevas experiencias y aprendizajes que beneficien a nuestra juventud.