A estas alturas, todos sabemos que lo que publicamos en la web, ya sea en redes sociales, en blogs, espacios para opinión, o incluso en correos electrónicos, es susceptible de hacerse del conocimiento público y, dependiendo de lo ahí expuesto, ser positivo o dañino para nuestra imagen y reputación.
Esta realidad aplica a la inmensa mayoría de sitios web en el mundo, no solamente a los más utilizados, como pueden ser los más conocidos de las llamadas redes sociales. También es verdad que aunque pensemos que nuestro sitio web o nuestros aportes, comentarios, fotografías, o los sitios que visitamos, pueden no importarle a nadie, de igual modo pueden ser almacenados para siempre en algún lugar de la nube, es decir, en algún dispositivo de almacenamiento conectado a un servidor y a una red en algún lugar del planeta.
Sin duda, si lo imaginamos como un ente unificado con vida propia, la web tiene una memoria y una capacidad para recordar muy grande, que abarca todo el mundo, muchos idiomas y culturas, razas y religiones, ideologías y pasatiempos, defectos y virtudes, aficiones y artes, profesiones y edades, y casi la totalidad de la variedad presente en la raza humana.
La web cumplió 25 años hace relativamente poco, por lo que ése es el máximo de tiempo que puede estar reteniendo en su memoria, si nos referimos al material creado nativamente en ese medio. Pero cientos de miles de voluntarios o empleados alrededor del mundo se han encargado de colocar documentación histórica en la web, por lo que la memoria de la web abarca el período en que la humanidad ha habitado el planeta Tierra, y en algunos casos, más allá.
Preservación de la memoria
Cuando la tecnología de la web fue creada, nadie pensaba en preservar la información que fuera publicada. En primer lugar, porque el espacio en disco era caro, y contrario a la actualidad, cualquier persona responsable en el ambiente de las tecnologías de información, hacía lo posible por utilizar la menor cantidad de bytes para escribir sus programas o almacenar sus datos, en la forma que fuera. En segundo lugar, porque la prioridad era echar a andar la herramienta que probó ser el detonante real para que Internet fuera apetecible en el mundo, la World Wide Web.
El día de hoy contamos con muchas formas de acceder la web, y cada una se esfuerza por ser mejor y ofrecer más prestaciones al usuario. Por un lado, este acceso sirve tanto para recibir como para contribuir y publicar, y por otro, la facilidad de almacenamiento parece no tener límite, debido al abaratamiento y ampliación de las formas para guardar la información, con medios Blu-Ray que ofrecen 100, 200 y hasta 400 millones de bytes en un pequeño disco, con una alta densidad, calidad y durabilidad del medio y, por tanto de la información almacenada.
Aun así, por distintas razones, puede ser que la información que encontramos un día en un sitio web de Internet no esté más después de un tiempo, o haya sido modificada. Esto no pasa con el material que se encuentra en libros, imágenes, fotografías, planos y demás material impreso, grabado o registrado en medios tradicionales.
Por ello, por ejemplo, las citas que se hacen en trabajos de investigación en la bibliografía o notas de referencia, si son hechos a documentos en material físico, podemos estar seguros que al consultar nuevamente este documento, la información estará ahí, del mismo modo que la primera vez que fue revisado por la persona que lo cita. En cambio, si la referencia se hace a un sitio web, con todo y que es ahora admisible y requerido en las tesis y trabajos investigativos, no hay garantía de que encontremos lo mismo que el investigador revisó en su momento.
Un archivo para la web
Existen empresas y organizaciones que, a nivel mundial, siguiendo el ejemplo de los historiadores, antropólogos, investigadores, bibliotecarios y curadores de las bibliotecas y los museos tradicionales, están enfocados en preservar de alguna forma el acervo digital de Internet. Dada la vastedad y velocidad con que la información digital crece, es difícil saber si este objetivo puede ser satisfecho a plenitud.
Por supuesto, cada institución o empresa en el mundo está cada vez más consciente del valioso activo que sus archivos digitales contiene, y está tomando las medidas para conservar en buen estado ese trabajo, haciéndose de equipos y tecnología, así como contando con el personal que en forma adecuada rescatará, clasificará y guardará esta información para futuras generaciones de funcionarios, o incluso de los habitantes de un país o del mundo, según el tipo de información.
A nivel mundial, y como iniciativas privadas en muchos casos, hay instituciones que almacenan de forma prácticamente indiscriminada, información histórica en la web. Uno de estos ejemplos se encuentra en Internet Archive (www.archive.org), y su Wayback Machine, que almacena tomas instantáneas completas de sitios web en el mundo y permite buscarlos y revisarlos.
Como ejemplo y prueba, localizamos la captura de imágenes y algunas funciones del sitio web de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, desarrollado por el autor de este blog cuando ejercía el cargo de Director de Informática de esa casa de estudios, y encontramos una “toma” del sitio web de la UCA del 24 de enero de 1998, que se encuentra archivada en el sitio referido.
Haga la prueba. Busque algún sitio “antiguo” que quizá ya no existe, al menos no como es en la actualidad, y quizá realice, como este servidor, un viaje al pasado.