Un tributo a un gran hombre: mi papá

Me permito en esta entrada escribir sobre un tema distinto a los habituales. El pasado 10 de octubre de 2021, Rafael Armando Ibarra, mi papá, fue llamado a la presencia del Señor, después de permitirnos contar con su presencia, vida y alegría durante 92 años.

Como tantos otros que experimentamos el trance de la partida de uno de nuestros progenitores, mantenemos su presencia y cercanía por medio de nuestros pensamientos, oraciones y reflexiones sobre el período que fuimos bendecidos con su compañía, con todo lo que eso conlleva.

Cuando se tiene el privilegio y la bendición de disfrutar y convivir con los padres por un período considerable, comenzando con la niñez y llegando a la edad adulta, incluso conociendo y viviendo en carne propia las aventuras de ser padres y, en algunos casos, hasta abuelos, se nos permite gozar el recuerdo y valorar el legado paterno.

Un hombre ejemplar

Muchos llegamos a tener la dicha de contar con padres ejemplares, personas de bien que, de diversas formas, nos forman y moldean nuestras personalidades y características que nos permiten seguir por la vida y continuar, con algunos pasos, las historias y las experiencias heredadas. Mientras más tiempo y con mayor disposición recibamos, analicemos y hagamos nuestros algunos de sus conceptos, mejor aprovechado ese tiempo.

Mi papá estudió con el acompañamiento, esfuerzos y sacrificios de parte de él mismo y de su madre, mi abuela. Su vida de niño no fue holgada, pero Dios lo dotó de muchos talentos, inteligencia y de una gran dosis de empatía, solidaridad, dedicación, responsabilidad y generosidad. Siendo el mayor, yo tenía 14 años cuando, en agosto de 1971, él recibió su título de licenciado en economía, ciencia que, junto a las finanzas, probó ser su vocación innata.

Recuerdo haberlo visto desvelarse estudiando y completando su tesis para obtener su título, ya acompañado de 3 de mis 4 hermanos menores. Igual impresión positiva, unos años más tarde, me causó cuando lo veía estudiar inglés por las noches, con el apoyo de libros y discos. Esto, además de que siempre fue alguien muy atlético, “fortachón”, y con gusto para el ejercicio diario, la natación y el yoga. Esto favoreció que hasta el momento de su partida fuera bastante sano, tanto de cuerpo como de mente.

En nuestra adolescencia, como sucede muchas veces, sostuvimos discusiones filosóficas y acerca de las ideologías que acompañaban a la humanidad, y particularmente a nuestro país en esos años, y aunque podíamos diferir en algunos aspectos, tenía una inmensa sensibilidad social, que nunca lo abandonó.

No le faltaba el buen humor, y varios recordamos con agrado sus cuentos, anécdotas y chistes (“¡Tengué sé!”), así como la forma en que se reía y gozaba con nuestras ocurrencias, chascarrillos e historias. Su afición por los tangos, así como por el fútbol, fueron notorias y constantes durante toda su vida. Gozaba de la vida, y cuando correspondía, degustaba de alguna cerveza o un traguito de whisky, con agua y hielo.

Uno de los rasgos más distintivos, que tanto a los hijos como a extraños nos tocó observar y comprobar, fue su gran generosidad, desprendimiento y desapego a lo material. Él siempre estaba dispuesto para recibir a las personas, independientemente de su estado, condición social o financiera, escucharlos, brindarles algún consejo o palabra de aliento o sabiduría y, si era pertinente, algún apoyo material.

Todo esto ha permeado en nosotros, sus hijos, en sus nietos y aún en sus bisnietos, así como en muchas de las personas que lo conocieron, conversaron con él y tuvieron la dicha de recibir parte de su generosidad. Que nuestro papá, esposo, abuelo, bisabuelo, pariente y amigo descanse en paz. ¡Así sea!

6 comentarios sobre “Un tributo a un gran hombre: mi papá”

  1. Ingeniero Ibarra, Lito , que bellas palabras de tu Padre …. Y veo en ti mucho de estas características ….. si lo recuerdo muy cordial, simpático y muy amoroso a su familia… y ahora solo decimos que descanse en paz Don Rafa y nosotros nos quedamos con un hermoso recuerdo

  2. Bellas palabras y un ejemplo de gratitud hacia un padre, sin duda Don Rafa tiene una sonrisa al saber que sus recuerdos perdurarán y su vida es ejemplo de un hombre de bien.

  3. Primo Lito, qué buena descripción del Tío Rafa. No puedo dejar de decir, que cuando se fue mi mami a la presencia de Dios, recurrí a él por consejos como si fuera mi papá y fueron muy sabios y los he guardado siempre en mi mente y corazón.
    Como le dije ayer a tu mami y a tu hermanita: » los que se adelantan, son parte de nuestra vida, les seguimos amando y llevando con nosotros. Tenemos una bendición tan grande: el amor entre familia…los Ibarra, sí que nos amamos, a pesar de la distancia.
    Al cielo un beso a Tío Rafa y a la familia un fuerte abrazo, aquí en la tierra, lleno de amor y consuelo. Mis oraciones por todos ustedes por esa partida…con la esperanza, que los volveremos a ver.

  4. Lito, tal no me recordás, fuimos compañeros en la Texas Instruments, vos en ingeniería y yo en manufactura, moldeo y me basta haberte conocido como para saber la gran calidad de persona que fue tu padre.
    Descanse en paz.

  5. Lito,

    mi mas sentido pésame para la familia, recién me entero de la noticia, que en paz descanse.

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