La formación de nuestros profesionales en las instituciones de educación superior es un tema que siempre debe estar en constante discusión y revisión, para encontrar los mejores métodos, las formas pedagógicas más eficientes, los materiales, equipos, laboratorios y prácticas más efectivas, y los docentes, facilitadores y formadores más completa e integralmente preparados.
Las disciplinas científicas y las profesiones especializadas experimentan transformaciones casi a diario, debido precisamente a que los expertos descubren o crean nuevos materiales, procesos, protocolos, fórmulas, sistemas y, en breve, tecnologías, que a su vez demandan más y distintos conocimientos y experiencias para las nuevas generaciones.
Los planes de estudio de las instituciones que se dedican a la educación superior en nuestro país deben ser revisados y ajustados en períodos relativamente breves ya que, si bien la base científica sobre la que se desarrolla el fundamento teórico de la mayoría de carreras cambia con lentitud, sucede lo contrario con la tecnología y las aplicaciones prácticas de la misma, por lo que estos aspectos deben ser actualizados con frecuencia.
Sin embargo, los profesionales que las empresas actuales necesitan no deben estar preparados solamente en el plano tecnológico de su disciplina específica. Es importante e imprescindible que cuenten también con lo que se ha denominado habilidades blandas, o “soft skills”. De hecho, en muchos casos, son estas habilidades las que establecen la diferencia en la calidad de los profesionales y técnicos que logran los empleos más estables y con posibilidades de desarrollo dentro de una organización.
Las habilidades blandas
Éste es un término que se ha acuñado para identificar ciertas características y habilidades que son deseables para realizar un trabajo integral de forma más efectiva, sobrepasando los objetivos inmediatos y fácilmente medibles de los resultados técnicos y científicos. Las competencias relacionadas directamente a la ciencia específica del profesional son las habilidades “duras”, básicas y fundamentales dentro de cada profesión.
Algunas habilidades blandas son:
- Capacidad de comunicación en amplio sentido
- Trabajo en equipo
- Liderazgo
- Valores, como honestidad, respeto, lealtad y ética
- Puntualidad, en todo sentido
- Solidaridad
- Empatía
- Presentación personal
- Negociación
- Respeto y aprovechamiento de la diversidad
- Responsabilidad y rendición de cuentas
- Apertura a enseñar y compartir
- Buena redacción y ortografía
- Capacidad para dar crédito y reconocer el buen trabajo en otros
Como se puede comprender a partir de esta lista de ejemplos, no todas las habilidades blandas pueden ser aprendidas en los salones de clase, ni por medio de asignaturas o profesores específicos. La mayor parte de ellas deben ser transmitidas por medio de ejemplos de vida y actividades específicas.
La mayoría de empresas privadas que contratan a los profesionales que se gradúan de nuestras instituciones de educación superior estarían en la mayor disponibilidad de apoyar y contribuir a lograr estas habilidades en los estudiantes.
Fuera de la caja
Es posible pensar que las habilidades blandas, tal como se entienden en el contexto de la educación superior que prepara para la inserción laboral en el mundo actual, deben formar parte de la cultura, de algo más profundo e instintivo que el conocimiento teórico y científico que debe formar parte de los planes de estudio y los programas de las materias.
Entonces, ¿cómo se consigue desarrollar y moldear la cultura de generaciones completas de personas que serán la fuerza laboral del presente y del futuro de nuestro país?
Es necesario pensar fuera de la caja, como se acostumbra decir. Enfrentados con un ambiente externo difícil, donde se tolera e, incluso en ocasiones, se valora, el éxito de las personas conseguido de cualquier forma, o la manera fácil y cómoda, no necesariamente apegada a valores éticos, de obtener las metas profesionales, es relevante considerar actividades y prácticas ejemplares durante la formación de los futuros recursos humanos.
Estudios de vidas de personas ejemplares, actividades en grupo con liderazgos cambiantes, grupos de trabajo autoregulados, conversaciones francas con líderes respetados, discusiones y debates en ambientes de respeto y tolerancia, ejercicios que muestren el valor de compartir, prácticas continuas de oratoria y discursos de venta de tres minutos, intercambios con otras instituciones de educación superior nacionales e internacionales, experiencias de emprendimientos, y otras actividades más, pueden servir para ir moldeando esta nueva cultura.
Completamente de acuerdo Lito!, eso es justamente lo que les falta a los recién graduados -y en muchos casos-, a ejecutivos con mucha experiencia.
En una buena medida, creo que es una de las responsabilidades de los jefes: ser mentores en la promoción de las soft skills del personal a su cargo.