Los cuatro años de proyecto ALICE2 (América Latina Interconectada con Europa), que van de fines de 2008 a 2012, precedidos de los cuatro años del primer proyecto, ALICE (2004-2008), han sido parte importante del nacimiento y desarrollo de RedCLARA (Cooperación Latinoamericana de Redes Avanzadas) y de las Redes Nacionales de Investigación y Educación (RNIE) de muchos países de la región.
ALICE2 está llegando a su término formal, y no es poco lo que Latinoamérica, a través de RedCLARA y sus miembros, las RNIE, ha logrado completar en el campo de la ciencia, la investigación y la formación de comunidades de científicos, por medio de la construcción de una poderosa red de telecomunicaciones, dedicada exclusivamente al avance de las disciplinas académicas en la región, y en comunicación directa con las comunidades científicas del resto del mundo.
RedCLARA puede tener muchos significados, porque es muchas cosas al mismo tiempo: Ciencia, Solidaridad, Inclusión, Troncal regional, Comunidades académicas, Desarrollo, Innovación, Contactos humanos, Conocimiento, Experimentación, Laboratorios remotos, Enlaces de alta velocidad, Cultura, Redes Nacionales de Investigación y Educación.
Esta red latinoamericana ha logrado mucho, pero en esencia es la herramienta con la que nuestros pueblos pueden buscar su desarrollo, por medio del trabajo colaborativo en ciencia y educación, generando y compartiendo conocimiento que puede contribuir a resolver nuestros problemas, propios y comunes, y lograr el desarrollo social y económico tan anhelado y merecido.
Mucho por hacer, más aliados por integrar
Sin embargo, a pesar de contar con una red troncal que conecta a altas velocidades a las redes nacionales de 13 países y cuenta con la posibilidad de conectar casi de inmediato a los países que aun están construyendo su propio proyecto nacional, es necesario aun desarrollar estrategias de acción que permitan un mayor uso de estas redes por parte de los científicos latinoamericanos de todas las disciplinas.
RedCLARA es una herramienta para apoyar la realización de actividades relacionadas con la investigación y el desarrollo de una ciencia latinoamericana en colaboración con los homólogos de otros países de la misma región y de fuera de ella, en países como Estados Unidos, Japón, Australia, Alemania, Francia, España, Portugal, Italia, Corea, los ubicados en África y el Caribe, y muchos más.
Algunos países, por medio de sus líderes intelectuales y científicos, han logrado convencer a sus gobernantes y políticos de la importancia que tiene hacer avanzar la ciencia, la educación y el conocimiento en sus propios estados para buscar mejorar el nivel de vida de sus poblaciones, generando riqueza de forma diferenciada utilizando el conocimiento que se obtiene en forma colaborativa. En estos casos, la existencia de políticas públicas y fondos de apoyo han hecho posible que las redes nacionales se consoliden, pudiendo brindar servicios de valor agregado a sus miembros, las universidades y centros de investigación.
En otros países, entre los que se incluye El Salvador, aun no se ha logrado el apoyo definitivo, decidido y total por parte de las entidades públicas, a los temas relacionados a la ciencia y la tecnología. Los gobiernos y las empresas privadas son, en estos casos, importantes aliados que deben poderse integrar a los esfuerzos y proyectos que entidades como RedCLARA vienen realizando ya por nueve años en el continente.
El reto principal: la sostenibilidad
No es extraño que en los países en los que el desarrollo de la ciencia y la tecnología no forma parte de las políticas públicas de estado, y no solamente de gobiernos de turno, los investigadores, las universidades, los centros científicos y las redes nacionales de investigación y educación se enfrenten con serios problemas de sostenibilidad.
En ocasiones, los mismos rectores y demás autoridades de universidades de prestigio y con genuinos deseos de impulsar y apoyar el desarrollo científico, deben lidiar con dudas sobre lo apropiado de continuar invirtiendo en la construcción de estas herramientas, tan comunes en países desarrollados, cuando la misma ciencia y tecnología se halla relativamente abandonada por otros actores, llamados a ser los mayores catalizadores de tales procesos.
La alternativa es quedarnos esperando a que, algún día, los legisladores accedan a asegurar fondos públicos para el desarrollo de la infraestructura y la cultura de la innovación y la investigación científica; y solamente entonces pensar en conectarnos con los científicos de la región y del mundo.
Pero para entonces, ¿Habrá aun algo qué hacer? ¿Estaremos en condiciones de colaborar con estos avanzados científicos? ¿Nos aceptarán en sus comunidades? ¿Tendremos aun investigadores nacionales dispuestos a seguir en el país? Es poco probable.
Tiene mucho más sentido intentar aprovechar las oportunidades que se nos brindan a través de las redes avanzadas, como RedCLARA, y las Redes Nacionales de Investigación y Educación, como RAICES en El Salvador, y las demás en Latinoamérica, todas miembros de RedCLARA y socios de ALICE2.