En la planta 16 de un edificio ubicado en el centro de Boston, junto a otras muchas iniciativas de emprendedores, innovadores, y entusiastas provenientes de diversos lugares y disciplinas, se encuentra la pequeña sede de la Fundación Fab (Fab Foundation), desde la que se busca apoyar a la cada vez más grande red mundial de laboratorios de fabricación digital.
Desde hace varios años, el curso “Cómo construir (casi) cualquier cosa”, creado por Neil Gershenfeld, ha dado vida y continuidad a una filosofía y forma de enfrentar algunos retos en comunidades y grupos de personas en el mundo, con la ayuda de modernas herramientas y equipos de fabricación digital, tales como impresores 3D, cortadores láser, máquinas CNC y otros sofisticados y especializados dispositivos.
En conjunto, se trata del movimiento animado y hecho realidad por una comunidad mundial denominada como “hacedores” o “makers”. Son personas, grupos y equipos de trabajo que diseñan, pero sobre todo construyen y hacen un buen número de cosas con alguna utilidad, o simplemente para probar el concepto que han desarrollado, en un objeto tangible.
Siendo una fundación, esta organización ha logrado que miles de personas entusiastas en todo el mundo se organicen en pequeños conglomerados, y puedan formar y coordinar, en conjunto con otras instituciones o por su propia cuenta, los numerosos laboratorios de fabricación digital.
La lógica de la fabricación digital
Internet logró que los átomos se transformaran en bytes, al hacer posible que nuestras comunicaciones, incluyendo los muchos formatos en que colocamos la información (texto, gráficas, planos, mapas, fotografías, dibujos, vídeos, audios, digitalizaciones, etc.) viajaran de un extremo a otro del planeta en segundos, y pudiéramos establecer y cultivar mejores y más amplias relaciones con nuestros homólogos, socios, amigos y familiares.
Por otro lado, la globalización, a la que Internet también ha contribuido decisivamente, hace posible que el trabajo en una gran variedad de ámbitos y disciplinas se distribuya en varios puntos del planeta, diseñando en un lugar, depurando en otro, construyendo en un tercer país o región, probando más allá, y comercializando en varios sitios.
Lo más común en este proceso de fabricación es que los bienes y objetos sean transportados una vez terminados desde el punto de manufactura y producción hasta el lugar de compra y consumo, lo que además de introducir un desfase en tiempo, agrega costos, con frecuencia en una alta proporción, al precio que el usuario final debe pagar por el mismo.
La fabricación digital, que está apenas comenzando pero ya cuenta con algunos avances y posibilidades importantes, busca acercar el proceso de fabricación al usuario que es el destinatario final de los objetos fabricados, logrando de esta forma que, usando Internet como medio de transporte, seamos capaces de convertir bytes en átomos, transformando diseños y especificaciones en objetos tangibles y funcionales en nuestro alrededor.
En El Salvador y Latinoamérica
Bajo estas ideas, en nuestro país fue fundada la Asociación Fab Lab en 2013 con el objetivo de promover y democratizar esta forma de ver el diseño, la manufactura, producción y prueba de conceptos que acercan la fabricación al lugar donde se requieren los bienes producidos, mejorando el tiempo y costo de obtener productos que respondan a las necesidades reales de los usuarios.
Si bien nuestro país no cuenta aún con un laboratorio de fabricación digital en el sentido estricto, de acuerdo a las definiciones de la Fundación Fab, la Asociación Fab Lab viene promoviendo estas ideas desde su creación, contando en la actualidad con un número cada vez mayor de personas que comprenden y comparten estos principios.
Trabajando en las áreas de educación, proyección social y visión empresarial en forma simultánea, Fab Lab busca diseminar los conceptos a diversas audiencias, utilizando distintas estrategias. Obtener espacios físicos y dotarlos con los equipos que se necesitan no es una tarea fácil ni barata. De aquí que las alianzas con instituciones académicas, de servicio civil o gubernamentales, así como empresas con responsabilidad y visión social sea un camino adecuado para estas iniciativas.
La región también sigue avanzando. Con Perú en la vanguardia de la fabricación digital, nos recuerda cómo, en la década de 1990, ese mismo país impactó en forma importante en la difusión y diseminación de la conectividad a Internet en comunidades urbanas y rurales por medio de sus cabinas de acceso público; idea que se propagó al resto de países de una forma u otra.
Similarmente, los laboratorios de fabricación digital serán como los cibercafés durante la expansión de Internet, acercando los equipos a la población en general, y democratizando su acceso y uso. Aun falta mucho por ver y promover.