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Las regulaciones tradicionales deben evolucionar para la economía digital

Las leyes nacionales e internacionales, así como las políticas públicas, por definición, deben buscar como objetivo final el bienestar y el interés público, y si bien este concepto es bastante discutido y hasta un poco subjetivo, hay aspectos mínimos y comunes entre las naciones.

Por ejemplo, las leyes que favorecen la competencia entre las empresas que ofrecen servicios o productos similares buscan garantizar que se dé una competencia abierta, justa y equitativa, que en última instancia sea conveniente a los ciudadanos, los consumidores. Estas leyes no pretenden proteger a los productores pequeños o emergentes, o impedir el crecimiento de la cuota de mercado de las empresas grandes.

El desarrollo de las empresas en la economía digital, por sus características particulares del medio, las habilidades y el conocimiento de los consumidores que el registro, almacenamiento, y procesamiento de grandes cantidades de datos a costos muy reducidos, ha creado nuevos retos para los legisladores y los defensores del interés público.

El rol de las leyes de competencia

Tradicionalmente, las leyes que buscan proteger el ambiente económico para favorecer una competencia conveniente para los consumidores previenen situaciones como:

* Acuerdos entre empresas independientes y competidoras para controlar precios, nivel de oferta, temporadas, escasez provocada y otros elementos de una colusión indebida.

* Dominio preponderante del mercado por una empresa, y abuso de esa posición dominante, conocido también como monopolio.

* Compras, adquisiciones y fusiones entre empresas en un mismo sector que pueden provocar una concentración de poder de mercado en pocas manos.

Sin embargo, como parte de la dinámica que ocurre en el ambiente digital, y las grandes empresas que prevalecen en dicha economía, hay algunas características que hacen difícil la aplicación obvia de estas previsiones.

* Pueden existir acuerdos no escritos entre competidores, o por medio de terceros, que modifican en tiempo real los precios de acuerdo a la situación, las otras ofertas, utilizando inteligencia artificial, minería de datos y análisis de tendencias, volviendo difícil comprobar la comisión de un acto ilegal.

* Aunque se perciba el dominio en el mercado de uno de estos servicios masivos, no es sencillo comprobar que hay un abuso de esa posición, ya que la mayor parte de servicios ofrecidos al público son incluso gratuitos.

* Cuando una empresa gigante adquiere una empresa emergente o start up, es muy difícil anticipar si dicho emprendimiento tendrá éxito, y si realmente contribuirá al dominio del mercado por parte de la empresa adquiriente.

Como estos ejemplos, hay muchas más situaciones que hacen difícil tipificar acciones como delitos en el nuevo ambiente digital empresarial, y ya hay alguna jurisprudencia a nivel mundial, y otros esfuerzos por desarrollar otras legislaciones, por ejemplo en protección de datos, leyes sobre trabajo, o nuevos impuestos. Falta trabajo por hacer.

Los componentes de valor de los bienes en la economía digital

Desde que el comercio entre personas y países es tal, los vendedores más exitosos han sido los que con sus productos y servicios satisfacen las necesidades de los compradores de una forma más satisfactoria, tanto por el precio, accesibilidad, forma, contenido, duración, comodidad y el seguimiento que permite volver esta transacción recurrente.

En un ambiente de competencia libre, ética, abierta y equitativa, son los consumidores quienes determinan aquellas marcas, empresas o proveedores serán los prevalecientes en una región, ciudad o comunidad específica. Esto se hace por medio del valor, real o percibido, que dichos bienes tienen para complacer y llenar las necesidades, reales o creadas, de los usuarios y compradores.

Además de haber ampliado enormemente el alcance y tamaño del mercado, la economía digital ha transformado los focos de atención y las fuentes del valor que los bienes y servicios aportan a los consumidores, y por tanto, los retos tanto para las empresas existentes como para aquellas emergentes, si desean permanecer y crecer en el mercado, son más complejos.

Las capas de valor y su realización digital

En la economía digital, de acuerdo a autores de la Escuela de Economía de Londres y otros autores, podemos identificar tres etapas de valor que suceden en la oferta y demanda de bienes y servicios:

La propuesta de valor

Como en toda relación comercial, la creación o propuesta de valor toma la forma de los bienes o servicios reales ofrecidos, que buscan satisfacer las necesidades de los consumidores.

La captura de valor

El valor debe llegar al poder de los vendedores y de los compradores. En el caso de los vendedores, la captura de valor se da cuando recibe el pago, usualmente en dinero, producto de la venta realizada. Para los compradores, el valor es capturado cuando se obtiene el beneficio o la satisfacción de la necesidad específica.

La entrega o distribución de valor

Esta es la etapa que cierra el ciclo, cuando el bien o servicio es entregado al usuario o consumidor que lo ha solicitado y contratado. Puede ser una entrega física o bien una distribución digital por medio de Internet.

Estas tres etapas de valor se correlacionan con tres capas conceptuales que se vuelven más evidentes, tanto en funcionalidad como en nombre, en la economía digital:

Servicio

La propuesta de valor se concretiza en el servicio ofrecido. Si bien esta capa no existe solamente en la economía digital, con el desarrollo y difusión de Internet, la interacción entre usuarios y productores se incrementó y los servicios y bienes pueden ser mejor diseñados.

Plataforma

Este es el lugar donde ocurre el encuentro de compradores y vendedores, y de hecho, el mismo término se aplica mucho en el entrono digital. Aquí se facilita la entrega de valor a las partes involucradas. Hay muchas plataformas, tanto de uso específico como de propósito general, utilizadas en el ciberespacio.

Infraestructura

La tercera capa es la que apoya la distribución del valor, y que en esencia, dentro de la economía digital, se trata de Internet y todos los componentes, redes, formas de conexión y equipos que hacen posible la interacción y comunicación en la actualidad.