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Experiencias en la interacción en línea al trabajar desde casa

A estas alturas, y en buena medida obligados por las circunstancias mundiales y las disposiciones en muchos países, un buen número de personas han debido quedarse en casa, e intentar realizar al menos algunas de las actividades productivas desde ese lugar. Aunque no siempre se menciona explícitamente, esta nueva forma de laborar supone una buena dosis de tecnología.

Las actividades que pueden ser suplidas de esta forma son las intelectuales, y esto siempre y cuando se cuente con las herramientas adecuadas, principalmente una terminal para conectarse, que puede ser un celular, tableta, laptop o desktop, y por supuesto, una buena conexión a Internet, lo que significa que sea estable, con la apropiada velocidad, retardo aceptable, y eficiente, con la menor cantidad de pérdida de paquetes.

Aunque ni todas las actividades laborales pueden ser suplidas ni todos los individuos pueden acceder a estos servicios, es seguro que cada vez más estados, empresas, instituciones y personas se preocuparán por facilitar esta posibilidad en la mayoría de sus ciudadanos.

Algunas novedades para muchos

Para muchas personas, trabajar desde casa usando la tecnología para comunicarse, enviar documentos, trabajar hojas multicolumnares y escritos en forma colaborativa, sostener reuniones de trabajo en línea, relacionarse con clientes, tomar pedidos, realizar pagos y abonos, y entrar y usar las plataformas de educación o colaboración en línea, está siendo una novedad.

Esto ha resultado en un conjunto de anécdotas y situaciones donde, usando las diversas plataformas de comunicación, formación, colaboración y educación en línea, algunos más experimentados tratan de orientar a los recién llegados a estas metodologías, de tal forma que se logren los resultados buscados al trabajar en forma remota, o desde la casa.

Algunas de estas experiencias, sucedidas o por suceder en cualquier lugar del planeta durante una interacción en línea son las siguientes:

  • Los bebés e hijos pequeños irrumpen en el espacio donde papá o mamá están reunidos en línea con sus colegas o clientes, solicitando comida o ir al baño.
  • Las mascotas no distinguen que su amo se ha quedado en casa para trabajar, no para jugar o ponerles atención: perros ladrando, pericos gritando improperios, gatos con ataque de asma.
  • La pareja hace algún comentario o, peor aún, alguna aparición en el vídeo de la conferencia remota, realizando algún acto privado y propio de la intimidad del hogar.
  • Los participantes encienden, o dejan encendido, el vídeo o el audio de la comunicación, en momentos en que no estaba supuesto a ser escuchada o vista la actividad, la decoración o el atuendo con el que se está en la comodidad de la residencia.
  • Cuando se usa el vídeo, es fácil olvidar que, aunque se encuentra en casa, más personas lo están observando todo el tiempo, y realizar actividades casi en forma inconsciente, como rascarse, hurgarse, burlarse, tomar una llamada, distraerse, y más.
  • El fondo que se muestra al resto de los participantes puede ser para nosotros habitual, y quizá refleja nuestro gusto e (in)capacidad para mantener un lugar ordenado, pero no necesariamente será bien visto o compartido por la audiencia.
  • Aplicando la cortesía de mantener enmudecido el micrófono mientras no se participa, a veces se olvida o se tiene inconvenientes para encender el micrófono, con el resultado de dictar un pequeño discurso a la audiencia, sin que nadie haya escuchado una palabra por minutos.

Además de las mencionadas, muchas más experiencias y anécdotas, cómicas o vergonzosas, pueden pasar en estos tiempos en que la comunicación en línea ha cobrado una relevancia mayor a la que ya tenía. Todo es parte del aprendizaje en línea.